Muere Pablo Guerrero, el cantautor e inolvidable voz de ‘A cántaros’
El artista ha fallecido tras una larga batalla contra un cáncer de pulmón
Pablo Guerrero en una foto de archivo de 2005. / Bernardo Pérez
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero ha fallecido este martes en Madrid a los 78 años, tras una larga batalla contra el cáncer de pulmón. Nacido en Esparragosa de Lares (Badajoz) en 1946, Guerrero deja tras de sí un legado artístico marcado por la autenticidad, la poesía y el compromiso social. Su obra más célebre, A cántaros, se convirtió en un himno de la Transición española, símbolo de esperanza y resistencia frente a la intolerancia.
Desde sus inicios, Guerrero destacó por su capacidad para fusionar música y palabra con una sensibilidad única. En 1969 obtuvo el premio a la mejor letra en el Festival de Benidorm con Amapolas y espigas, y en 1972 publicó el disco A cántaros, cuyo tema homónimo lo consagró como referente de la canción de autor. La frase “tiene que llover a cántaros” resonó como un mantra colectivo en tiempos de cambio, y aunque el éxito eclipsó parte de su obra posterior, el artista supo reconciliarse con su creación más icónica.
A lo largo de su carrera, Guerrero publicó más de quince álbumes y varios poemarios, explorando géneros como el folk, el jazz, el flamenco y la música electrónica. En los años noventa se reinventó con Alas, alas, producido por Suso Saiz, y en 2009 sorprendió con Guerrero Álvarez, un proyecto conjunto con Javier Álvarez que unía dos generaciones de cantautores.
Su voz profunda y serena, su estilo introspectivo y su visión lúcida del mundo lo convirtieron en un artista de culto, admirado por varias generaciones. Vivió durante más de cuatro décadas en el barrio madrileño de Ciudad de los Poetas, un nombre que parecía hecho a medida para su forma de estar en el mundo.
La noticia de su fallecimiento ha generado una oleada de homenajes desde todos los ámbitos de la cultura y la política. La presidenta de Extremadura, María Guardiola, lo despidió con versos de sus canciones, mientras artistas como Ismael Serrano lo recordaron como “un maestro imprescindible”.
Pablo Guerrero se va, pero su voz y su palabra seguirán vivas en canciones y versos que no mueren. Su legado es lluvia fina que cala hondo, como su inolvidable canto: “Tiene que llover, tiene que llover a cántaros”