Janis Joplin: 55 años del adiós a la voz más desgarrada del rock
La perla del rock de los sesenta falleció el 4 de octubre de 1970
Janis Joplin, fotografiada en Londres, en 1969. / Hulton Deutsch
El 4 de octubre de 1970, el mundo del rock amanecía con una noticia devastadora: Janis Joplin había muerto a los 27 años, en un hotel de Los Ángeles. La cantante texana, considerada la voz femenina más poderosa de su generación, se unía así al llamado Club de los 27, apenas semanas después de la muerte de Jimi Hendrix. Su desaparición cerraba de golpe una carrera breve pero deslumbrante, que había convertido a Joplin en símbolo de libertad, rebeldía y vulnerabilidad.
En aquellos meses, Janis se encontraba en uno de los momentos más intensos de su trayectoria. Tras dejar atrás su primera etapa con la banda Big Brother and the Holding Company, con la que había alcanzado notoriedad gracias a la explosiva versión de “Piece of My Heart”, Joplin se había consolidado como solista con discos como I got dem ol’ kozmic blues again mama! (1969). A mediados de 1970 trabajaba en lo que sería su segundo álbum en solitario, Pearl, en colaboración con la Full Tilt Boogie Band, un grupo que le permitía desplegar un sonido más pulido y versátil. Las sesiones de grabación avanzaban con entusiasmo: había encontrado por fin una banda que la acompañaba con la solidez que siempre había reclamado, y temas como “Me and Bobby McGee” o “Mercedes Benz” anticipaban un nuevo triunfo artístico.
Pero bajo esa aparente estabilidad seguía latente la lucha de Janis con sus propios demonios. Marcada por años de adicciones y de inseguridades personales, la cantante alternaba la euforia de los escenarios con una soledad que a menudo la empujaba al consumo excesivo de alcohol y drogas. La tensión entre la imagen de fuerza que proyectaba sobre las tablas y su fragilidad íntima se acentuaba a medida que avanzaban las sesiones de Pearl. Amigos y colaboradores recordaban que Janis parecía feliz por la música que estaba grabando, pero también vulnerable y expuesta.
Los últimos días de su vida reflejaron ese contraste. El 3 de octubre de 1970, Joplin pasó parte del día en el estudio Sunset Sound Recorders de Los Ángeles. Se mostró animada, bromeando con los músicos y dando forma a la que sería una de sus grabaciones más icónicas, la improvisada “Mercedes Benz”, grabada prácticamente de una sola toma. Esa misma noche salió a comprar cigarrillos y, ya en su habitación del Landmark Motor Hotel, consumió una dosis de heroína mucho más potente de lo habitual. Cuando no se presentó al estudio al día siguiente, su mánager, John Cooke, fue a buscarla y la encontró sin vida. La autopsia confirmó la sobredosis como causa de la muerte.
Janis Joplin - Me and Bobby McGee (Official Music Video)
La noticia corrió como un rayo. Apenas dos semanas antes, el 18 de septiembre, había muerto Hendrix en Londres, también a los 27 años, y el doble golpe sacudió a toda una generación. Los titulares hablaron de “otra estrella caída”, y la prensa convirtió a Janis en el nuevo símbolo de una juventud rota por los excesos. En San Francisco, la ciudad que había sido el epicentro de su explosión musical, la conmoción fue total: se despedía no solo a una cantante, sino a una de las voces que mejor habían expresado el espíritu del flower power y de la contracultura.
La publicación de Pearl en enero de 1971 amplificó aún más el impacto de su muerte. El disco, terminado a medias en vida y completado tras su fallecimiento con tomas que había dejado, se convirtió en su testamento musical y alcanzó el número uno en las listas estadounidenses, impulsado por “Me and Bobby McGee”, que se transformó en su mayor éxito póstumo. La portada, con Janis sonriendo sobre un sillón, adquirió un aire premonitorio, casi como si se tratara de una despedida en forma de celebración.
El adiós de Janis Joplin dejó al rock huérfano de una de sus intérpretes más intensas. Su estilo, marcado por la influencia del blues, el soul y el folk, se distinguía por una expresividad cruda que la alejaba de cualquier convencionalismo. Sobre el escenario se entregaba por completo, con una voz rota, capaz de transmitir dolor y euforia en la misma frase, y con una presencia escénica que combinaba vulnerabilidad y fiereza. Esa autenticidad fue su mayor legado: Janis abrió un camino para que otras mujeres pudieran ocupar el centro del rock sin necesidad de encajar en moldes establecidos.
Cincuenta y cinco años después, la figura de Janis Joplin sigue siendo imprescindible. Su influencia atraviesa generaciones de artistas, desde Stevie Nicks hasta Florence Welch, pasando por Chrissie Hynde, Beth Hart o Amy Winehouse. Su vida corta, marcada por excesos y fragilidades, no empaña la magnitud de su obra: al contrario, la convierte en símbolo de una verdad irrepetible. Janis no cantaba canciones, cantaba su vida. Y en esa entrega absoluta reside el secreto por el que, más de medio siglo después, su voz sigue resonando como una de las más auténticas de la historia del rock.