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Muere a los 27 años Karolina Krzyzak, influencer que seguía una dieta frutiniana estricta

Su cuerpo fue encontrado en una villa de Bali con severos síntomas de desnutrición

Karolina Krzyzak, influencer que defendía una dieta extrema. / RRSS

Pesar 22 kilos si tienes 27 años no es algo normal. Es lo que pesaba Karolina Krzyzak, una influencer polaca que residía en Bali donde vivía siguiendo una estricta dieta que solo permitía ingerir fruta cruda.

Sus familiares y amigos andaban preocupados por su estado de salud con síntomas de debilidad, mareos y fatiga intensa antes de su fallecimiento. De hecho, se dijo que sufría osteoporosis y deficiencia de albúmina, dos patologías derivadas de la desnutrición.

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Una vida marcada por las creencias alimentarias

Karolina era originaria de Varsovia, Polonia. Se trasladó al Reino Unido para estudiar en la Universidad de Leeds, donde entró en contacto con estilos de vida como el veganismo, el yoga y otras prácticas de “bienestar consciente”. Hasta ese punto la búsqueda de salud tuvo sentido emocional y social para ella: era parte de un movimiento que valoraba lo natural, lo limpio, lo espiritual.

Pero lo que comenzó siendo una dieta vegana, moderada, se tornó con los años en un compromiso más radical: el frutarianismo —que implica consumir frutas crudas como único alimento, rechazando lo cocido o procesado—. Conforme avanzaba, sus publicaciones en redes sociales reflejaban tanto versos bonitos sobre pureza como signos visibles de deterioro.

Karolina llegó al resort Sumberkima Hill en Bali y pidió una villa privada. El personal del lugar quedó alarmado al verla muy debilitada: con clavículas marcadas, uñas amarillas, dificultad para caminar, ojos hundidos. Le llevaron fruta solo a su habitación, pero ella rechazó atención médica, insistiendo en que su dieta era suficiente.

Durante algunos días, empleados trataron de persuadirla de que buscara ayuda profesional, pero ella se negó. Su cuerpo fue descubierto en el mismo hotel porque una amiga denunció su desaparición después de tres días sin saber nada de ella. Eso motivó a que revisaran su habitación y la encontraran sin vida en la cama.

Deterioro físico y complicaciones médicas

La frágil salud de Karolina tenía antecedentes: en su adolescencia enfrentó problemas de autoestima y episodios propios de los trastornos de la conducta alimentaria. También se diagnosticó osteoporosis y deficiencia de albúmina en sangre, ambas condiciones asociadas a la malnutrición prolongada.

Su cuerpo había comenzado a ceder: dientes afectados, uñas quebradizas, debilidad generalizada, fatiga crónica, imposibilidad de mantenerse sin ayuda. Datos recogidos por personas cercanas dicen que ella creía estar haciendo algo saludable; otros alertaban que estaba peligrosamente al límite.

Karolina documentaba su vida en redes sociales con imágenes de fruta, mensajes de “bienestar”, viajes, aspiraciones espirituales. Muchos seguidores la admiraban por su disciplina, por su convicción; otros, sus amigos y familia, estaban preocupados y le suplicaban que dejara el régimen extremo y buscara ayuda médica.

Su muerte ha encendido alarmas en distintos países sobre los riesgos de dietas extremas, la presión de las comunidades digitales por estilos de vida “puros” y cómo, tras la apariencia saludable, pueden esconderse daños físicos profundos.

Su muerte sirve para visibilizar lo que muchas veces se oculta: que el deseo de bienestar puede tener sombras; que las dietas, si no van acompañadas de cuidado médico y emocional, pueden devenir en tragedia. También invita a revisar qué papel juegan las redes, los mensajes de estilo de vida, las presiones por la imagen, y la necesidad urgente de escuchar los signos de alarma.

El caso sucedió en diciembre de 2024, pero ahora ha saltado a la luz para reabrir un debate que hay que tener muy en cuenta.