50 años del travesti más dulce: 'The Rocky Horror Picture Show' está de cumpleaños

Ayer, en el íntimo Teatro Clive Davis del Museo de los Grammy en Los Ángeles, se vivió un momento cargado de emoción: Tim Curry, la voz y el rostro inmortal de The Rocky Horror Picture Show; Lou Adler, productor de la película; y David Foster, experto en la industria musical, conversaron ante un auditorio que se encontraba entre la nostalgia del pasado y la tensión del presente. Hablaban del musical que este año cumple medio siglo y que, a pesar del tiempo, sigue manteniéndose vivo en el corazón de quienes necesitan un espacio para ser: The Rocky Horror Picture Show.

Esa charla moderada por Fat Mike no fue un simple repaso ni una conversación entre amigos. Porque, aunque los tres protagonistas compartieron recuerdos, reflexiones y confesiones, fue un acto de conciencia, una reivindicación del significado de resistir en un mundo que no acepta lo diferente. Al escuchar sus voces muchos sintieron lo que Rocky Horror lleva forjando décadas: este fenómeno no envejece ni se desvanece, sino que muta, adquiere nuevos matices y convoca a todas las generaciones.

The Rocky Horror, un film adelantado a su tiempo

Como ocurre con tantas grandes obras de la historia del cine, The Rocky Horror Picture Show fue incomprendida en su estreno. Muchas veces, los grandes taquillazos o películas de culto comienzan como fracasos porque su audiencia aún no existe o no está en el lugar adecuado. A Rocky Horror le pasó exactamente eso: fue un fracaso en taquilla antes de convertirse en la película de culto que es hoy, porque su público no estaba en los cines de aquella época; la lucha no estaba allí.

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Todo comenzó en un pequeño teatro de Londres en 1973. Richard O’Brien escribió una obra inspirada en sus amores imposibles: The Rocky Horror Show era su carta de liberación, una fiesta en la que cuanto más macarra eras y menos disimulabas, mejor.

Un año después, el productor Lou Adler llevó aquella rareza al cine con un reparto impecable: Tim Curry, Susan Sarandon y Barry Bostwick. Al principio, su estreno en taquilla en el horario común fue un fracaso; el publico no entendió del todo el concepto de aquel dulce travesti. Pero gracias al cambio que dio a los pases de medianoche, se convirtió en un fenómeno. El público empezó a disfrazarse, a gritar los diálogos. El cine se transformó en un ballroom, un refugio, un lugar donde existir libremente. Un lugar seguro.

Cincuenta años después, The Rocky Horror Picture Show sigue siendo ese lugar seguro, un espacio de libertad colectiva. Cada vez que suena The Time Warp, esa locura deliciosa nos recuerda que por mucho que se intente negar, seguiremos existiendo. Rocky Horror da la fuerza para ser y para luchar por lo propio: no es solo una película, es un derecho.

Ecos de un himno inmortal

Aunque Rocky Horror es una obra híbrida, casi imposible de encasillar, su fuerza principal siempre ha residido en su música, al final es un musical. Canciones como Science Fiction/Double Feature o The Time Warp marcan el inicio de un viaje único e inolvidable. Son una invitación a subirse al escenario, a integrarse, a ser.

En pleno octubre de 2025, The Time Warp sigue siendo el fenómeno que fue hace 50 años. Hoy, además, se mezcla la belleza de la nostalgia con el aire fresco de nuevas generaciones que repiten procesos y comparten luchas. Cuando suena ese tema, el auditorio entero se transforma en coro y coreografía, se vuelve uno para apoyar a un todo.

Don’t Dream It, Be It o Sweet Transvestite contienen líneas que inspiran el espíritu y curan un poquito el alma, aunque parezca imposible que canciones tan estridentes puedan enseñarte el camino. Don’t dream it, be it (“No te quedes soñando, sé”) o I’m just a sweet transvestite (“Soy un dulce travesti”) son mensajes que animan a vivir sin miedo. Los participantes del panel recordaron que esas frases, aunque provocadoras, han sido faros para quienes se sienten en los márgenes.

Herencia sonora y rebelde

Su música, que une lo teatral con lo popular, ha dejado huella en artistas que juegan con el género, la performance y la ambigüedad, un de los ejemplos mas actuales es el de Sabrina Crapenter son su videoclip Tears que es todo un homenaje a Frank-n-furter. Este hecho demuestra la importancia de las grandes obras cinematográficas en una sociedad que necesita cada día más cultura, representación y comprensión.

Pero también demuestra que una obra pasa a la historia no solo por su genialidad, sino por su público. Y The Rocky Horror Picture Show es el mejor ejemplo: travestis, personas incomprendidas, los “underdogs”, la comunidad LGBTQ+ que tantas veces ha sido marginada, y todos aquellos que necesitan apoyo y un lugar donde ser. Ellos son quienes han hecho de esta película el fenómeno que sigue vivo hoy. El poder de llegar al corazón de las personas y que ellas respondan con todo lo que tienen dentro es lo más hermoso del cine, de la cultura y de lo humano.

Cuando Curry, Adler y Foster abandonaron el escenario quedó un gran sabor de boca. Sabor a historia del cine y de la música. Sabor a comunidad, a lucha y a reivindicación. Porque celebrar cincuenta años no es solo recordar: es reconocer que ese travesti que te invita a bailar sin permiso sigue ahí, en cada uno de nosotros. Y que quienes lo escuchan hoy también se sienten, y seguirán sintiéndose, parte. Larga vida a Transexual Transylvanian y a su sweet transvestite.