Los mensajes más personales (y dolorosos) de Leiva en 'Hasta que me quede sin voz'
El artista lleva hoy a los cines su documental más íntimo junto a una canción llena de referencias
Leiva lanza 'Gigante'. / Imagen cedida por Sony Music
Leiva se ha desnudado emocionalmente en Hasta que me quede sin voz, una canción que no solo da título a su nuevo documental, sino que funciona como una confesión lírica de sus heridas, sus recuerdos y su visión crítica del presente.
El tema, lanzado como banda sonora del filme homónimo, es una pieza minimalista, íntima y cargada de referencias autobiográficas que atraviesan toda su trayectoria, desde los días salvajes con Pereza hasta su desencanto con la industria musical actual.
Los años salvajes de Pereza
La canción arranca con una imagen poderosa: “Extraño tanto nuestros años salvajes / Tumbados en la tempestad / Ahora sólo vivo envuelto en orgías de selfies". Es imposible no pensar en los años de Pereza, cuando Leiva y Rubén Pozo recorrían España con sus guitarras y su actitud despreocupada. Aquella tempestad era la juventud, el caos creativo, la vida sin filtros.
En esos versos iniciales, el intérprete evoca una época de intensidad emocional, de noches largas y canciones que nacían entre humo y cerveza. Los selfies reflejan ahora su individualidad al frente de esta aventura musical.
El alcohol como símbolo de evasión
A lo largo de la letra, el alcohol aparece como un síntoma de algo más profundo. "Mi cuestión con el alcohol crece / Será que necesito ayuda / Lo he pensado varias veces / Siempre hay una buena excusa / Y no me convence". En algunas de sus entrevistas el solista ya reconoció que en su momento dejó de beber salvo vino.
No es la primera vez que el artista madrileño recurre al alcohol como símbolo: en temas como “Terriblemente cruel” o “Breaking Bad”, ya lo había usado para hablar de soledad, de excesos y de la búsqueda de consuelo en lo efímero.
Leiva - Hasta que me quede sin voz (Video Oficial)
Sentirse apartado del mundo
"El mundo de hoy no me pertenece / Sólo es una suerte de manicomio mío / Lo que alcanzo a ver con un solo ojo / Es suficiente realidad" canta Leiva en la siguiente estrofa en una clarísima referencia autobiográfica.
Su único ojo tras perder el otro en un accidente cuando era joven le sirve para confirmar que se siente apartado de la evolución social, del mundillo de las redes sociales y de los serial killers convertidos en productos de consumo en la actual cultura digital.
Crítica al algoritmo y a la música de hoy
Uno de los momentos más afilados del tema llega cuando Leiva dispara contra la superficialidad del presente y con el algoritmo que decide qué música merece ser escuchada: "Mira los buitres esquilmando el negocio / A mí todo me suena igual / Un algoritmo acelerando el latido / causando destrozos". Una crítica directa a la industria actual, donde el arte parece supeditado a la viralidad.
Leiva, que ha evitado las redes sociales durante años, se reafirma como un artista que busca profundidad en tiempos de inmediatez. Su rechazo al algoritmo no es solo estético, sino ético: quiere que sus canciones hablen por sí solas, sin necesidad de bailes virales ni campañas de marketing.
Una voz que se entrega
El título de la canción —y del documental— es también una declaración de intenciones. Hasta que me quede sin voz no es solo una promesa de entrega total, sino también una advertencia: Leiva está dispuesto a seguir cantando, aunque el mundo que lo rodea le resulte ajeno.
En el puente final, la música se intensifica, la guitarra eléctrica se impone y la voz se quiebra, como si el artista estuviera gritando desde lo más profundo. Una catársis que arranca tras su abrazo con Rubén Pozo lo que nos vuelve a llevar al inicio de la canción. Su historia está hecha de canciones, de silencios, de heridas y de una voz que, aunque cansada, sigue buscando la verdad.
Esta es la letra de Hasta que me queda sin voz de Leiva:
Extraño tanto nuestros años salvajes
Tumbados en la tempestad
Ahora sólo vivo envuelto en orgías de selfies
Revirtiendo depresiones post gira
Sorteando la hiperrealidad
Empachado de homicidas chiflados en Netflix
No he dormido de un tirón desde hace meses
Mi cuestión con el alcohol crece
Será que necesito ayuda
Lo he pensado varias veces
Siempre hay una buena excusa
Y no me convence
Serial Killers, masa madre
TikTok y su puta madre
El mundo de hoy no me pertenece
Sólo es una suerte de manicomio mío
Lo que alcanzo a ver con un solo ojo
Es suficiente realidad
Insaciable mundo herido de egos y odios
Mira los buitres esquilmando el negocio
A mí todo me suena igual
Un algoritmo acelerando el latido
causando destrozos
Los neones nunca son lo que parecen
Mi terror antes del show crece
Será que rozo la locura
Lo he pensado varias veces
Son mis picos de amargura y cuentas pendientes
Serial Killers, masa madre
TikTok y su puta madre
El mundo de hoy no me pertenece
Sólo es una suerte de manicomio mío
Siempre esas voces, esas voces-fantasma
He andado desquiciado de más
Dándome la espalda
Siempre esas voces, esas voces fantasma
Creo que tengo que frenar
Tomarlo con calma
Siempre esas voces, esas voces fantasma
He andado desquiciado de más
Dándome la espalda
Siempre esas voces, esas voces fantasma
Creo que tengo que frenar
Tomarlo con calma
Siempre esas voces, esas voces fantasma
He andado desquiciado de más
Dándome la espalda
Siempre esas voces, esas voces fantasma
Creo que tengo que frenar
Tomarlo con calma