¿Seguirá abierta la central nuclear de Almaraz? Todas las claves de un debate complejo
Las eléctricas defienden su continuidad, mientras organizaciones ecologistas y expertos advierten de que prorrogar su vida útil frenaría la transición hacia un sistema 100% renovable.
La central nuclear de Almaraz, en Cáceres. / angeluisma
La central nuclear de Almaraz, en la provincia de Cáceres, se ha convertido en el epicentro del debate energético en España. Iberdrola, Endesa y Naturgy, sus propietarias, deben decidir en los próximos días si solicitan al Gobierno una prórroga para mantenerla operativa más allá de 2027 y 2028, fechas previstas para el cierre escalonado de sus dos reactores. La decisión, que coincide con la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, reabre un dilema que parecía resuelto: ¿debe España mantener sus centrales nucleares activas o acelerar su sustitución por energías renovables?
Las compañías eléctricas sostienen que prolongar la actividad de Almaraz es necesario para garantizar la estabilidad del suministro y evitar apagones como el del pasado 28 de abril. Argumentan que las nucleares generan electricidad sin emitir CO2 y que su producción es firme, estable y no depende de las condiciones meteorológicas. A su juicio, el cierre precipitado de Almaraz podría poner en riesgo la seguridad energética del país y elevar el precio de la luz en momentos de alta demanda o baja generación renovable.
Países como Alemania o Italia, recuerdan los ecologistas, han cerrado sus nucleares sin sufrir problemas de suministro
Sin embargo, desde el Gobierno y el sector ambiental se advierte que el sistema eléctrico español ya cuenta con suficiente capacidad de respaldo mediante ciclos combinados de gas, hidráulica y almacenamiento. Varios analistas apuntan que el problema no es de potencia disponible, sino de modernización de la red y de desarrollo tecnológico. Países como Alemania o Italia, recuerdan, han cerrado sus nucleares sin sufrir problemas de suministro.
Un cierre planificado
El calendario pactado en 2019 entre el Gobierno, las eléctricas y los sindicatos establece el cierre progresivo de todas las centrales nucleares españolas hasta 2035. Almaraz I sería la primera, el 1 de noviembre de 2027, seguida de Almaraz II un año después. El objetivo era facilitar una transición ordenada hacia un sistema eléctrico mayoritariamente renovable, donde las energías solar y eólica, apoyadas por sistemas de almacenamiento, asumieran todo el protagonismo.
Vista aérea de la central de Almaraz. / Holger Weitzel
Las empresas propietarias, sin embargo, consideran que las circunstancias han cambiado. El encarecimiento del gas y la situación geopolítica tras la guerra de Ucrania han alterado los equilibrios energéticos europeos. Además, reclaman una rebaja de la fiscalidad que soportan las nucleares, como los impuestos y las tasas por residuos, seguridad y desmantelamiento que, aseguran, las hace poco rentables frente a las renovables.
Desde el ámbito ecologista, organizaciones como Greenpeace o la Fundación Renovables alertan de que extender la vida útil de Almaraz supondría un freno al despliegue de nuevas instalaciones limpias. Argumentan que la energía nuclear, además de generar residuos radiactivos durante miles de años, es una tecnología rígida y poco flexible, que obliga a desconectar parte de la generación renovable cuando produce a plena carga. También subrayan que mantener abiertas las centrales más allá de los 40 años para los que fueron diseñadas implica elevadas inversiones en seguridad y mayores costes futuros de desmantelamiento, que acabarían asumiendo los fondos públicos.
¿Y qué dice el Gobierno? El Ejecutivo ha establecido tres condiciones para estudiar una prórroga: que se garantice la seguridad de los ciudadanos, que no suponga un mayor coste para los consumidores ni para el Estado, y que sea realmente necesaria para la estabilidad del sistema. Por ahora, ninguna de estas premisas parece cumplirse con claridad.
El debate sobre Almaraz trasciende lo técnico
En un contexto en el que las energías renovables ya aportan más de la mitad de la generación eléctrica en España y su coste sigue bajando, el debate sobre Almaraz trasciende lo técnico. Es también una discusión sobre el modelo energético del futuro: uno centralizado y dependiente de unas pocas empresas, o uno distribuido, limpio y al alcance de todos. La respuesta determinará si España quiere mirar atrás o avanzar definitivamente hacia una energía sin riesgos ni residuos.