‘Nocturnal’: diez años de la noche luminosa de Amaral
El séptimo álbum del dúo zaragozano se publicó el 30 de octubre de 2015
Amaral, en el Teatro Eslava de Madrid. / Europa Press News
Antes de publicar Nocturnal el 30 de octubre de 2015, Amaral atravesaba una nueva etapa de madurez y libertad. Tras dos décadas de carrera y varios discos convertidos en clásicos del pop español, Eva Amaral y Juan Aguirre habían decidido abandonar las grandes discográficas y editar sus trabajos bajo su propio sello, Discos Antártida. Era una apuesta por la independencia, por el control creativo y por la honestidad artística. En ese contexto nació Nocturnal, un álbum que los devolvió al primer plano sin renunciar a su identidad.
En los años previos, Amaral había consolidado su reputación con discos como Estrella de mar (2002) o Gato negro, dragón rojo (2008), pero el panorama musical había cambiado. La era digital exigía reinventarse, y ellos lo hicieron sin perder el rumbo. Tras el luminoso Hacia lo salvaje (2011), que ya anticipaba un viraje hacia un sonido más eléctrico y directo, Nocturnal llegó como su obra más introspectiva y atmosférica. Era un disco menos inmediato, más envolvente, concebido para escucharse sin prisas, de principio a fin.
El título no podía ser más elocuente: Nocturnal era un viaje por la noche, pero una noche habitada por destellos. Desde el primer tema, “Unas veces se gana y otras se pierde”, el tono quedaba claro: un equilibrio entre melancolía y esperanza, entre la energía rock de sus guitarras y la calidez hipnótica de la voz de Eva. “Llévame muy lejos”, una de las canciones más radiadas del disco, condensaba ese espíritu de huida y búsqueda, de movimiento constante que define buena parte de su trayectoria.
El sonido del álbum, producido por el propio dúo junto a Chris Taylor, se construía sobre una base de guitarras densas, sintetizadores envolventes y baterías precisas. Amaral abandonaba aquí la luminosidad pop más clásica para adentrarse en un terreno más atmosférico y cinematográfico. Temas como “Cazador”, “Nocturnal” o “La ciudad maldita” mostraban una producción rica en texturas y un cuidado extremo por los detalles. Había menos urgencia, pero más profundidad; menos estribillos inmediatos, pero más coherencia emocional.
En lo lírico, el disco se movía entre el amor, la identidad y la supervivencia interior. Eva Amaral escribía desde una mirada más íntima, con letras que combinaban imágenes poéticas y una sensibilidad urbana. La noche, más que un escenario, era un estado de ánimo: un espacio donde las emociones se amplifican y las certezas se diluyen. Era, en cierto modo, un álbum sobre la madurez, sobre aprender a convivir con la oscuridad sin miedo a perder la luz.
Amaral - Nocturnal
Nocturnal también reflejaba la consolidación de Amaral como una de las pocas bandas españolas capaces de mantenerse ajenas a las modas sin perder público. Su base de fans seguía siendo fiel, y su público se había ampliado a varias generaciones. El álbum debutó directamente en el número 3 de las listas de ventas españolas, fue certificado Disco de Oro y dio lugar a una de las giras más extensas del dúo, con más de setenta conciertos entre España y América Latina.
La gira Nocturnal Tour confirmó el peso escénico de Amaral. En directo, las canciones ganaban músculo y emoción. La puesta en escena —sobria, elegante, iluminada por tonos azules y violetas— reforzaba el carácter casi onírico del disco. La voz de Eva, cada vez más poderosa y matizada, se convirtió en el eje absoluto de un repertorio que combinaba introspección y energía.
La crítica recibió Nocturnal como un paso firme hacia la madurez artística. La prensa subrayó su producción cuidada, su coherencia y su valentía a la hora de explorar nuevos territorios sonoros. Aunque no contenía un hit masivo al estilo de "Moriría por vos" o "Kamikaze", sí consolidó una etapa de libertad creativa que definiría su trayectoria posterior. Era el disco de una banda que ya no necesitaba demostrar nada, solo seguir fiel a su camino.
Diez años después, Nocturnal se escucha como una obra de transición, pero también de afirmación. Es el testimonio de un grupo que, en plena era del streaming, apostó por el álbum como experiencia completa. Su legado está en esa coherencia: en su capacidad para evolucionar sin perder autenticidad. Amaral no buscaba reinventar la noche, sino habitarla con su propia luz.
Porque si algo simboliza Nocturnal, es la madurez serena de dos artistas que han sabido permanecer fieles a sí mismos mientras todo a su alrededor cambiaba. Y, a juzgar por cómo resisten sus canciones una década después, parece que la noche les sienta bien.