Los árboles también hablan: así se comunican los bosques a través de las raíces
Cada tronco, cada hoja y cada rincón del bosque está conectado a través de una red secreta.

La ciencia trata de comprender el complejo funcionamiento de los bosques. / fhm
Los árboles parecen inmóviles y silenciosos, pero bajo la superficie sucede algo sorprendente: los bosques están interconectados mediante redes de raíces y hongos que permiten que los árboles "se comuniquen" entre sí. Estas redes, llamadas micorrícicas, conectan las raíces de distintos árboles a través de filamentos fúngicos, de modo que agua, nutrientes y señales químicas pueden fluir entre ellos. Esa comunicación llega a puntos sorprendentes: tal y como demostró un estudio publicado por la revista 'Smithsonian Magazine', los árboles pueden enviar señales de alarma al resto del bosque cuando sufren ataques de insectos o sequías, usando tanto señales químicas como impulsos eléctricos.
Los bosques no son simples conjuntos de árboles, sino comunidades vivas que cooperan
Un caso llamativo ocurre en las sabanas africanas: cuando una jirafa empieza a comer las hojas de una acacia, el árbol afectado libera gas etileno, una señal que alerta a sus vecinas. En cuestión de minutos, las acacias cercanas aumentan la producción de taninos, volviendo sus hojas más amargas y menos apetecibles, tal como recogió 'Science & Nonduality'. Este tipo de comunicación demuestra que los bosques no son simples conjuntos de árboles, sino comunidades vivas que cooperan, se defienden y responden juntas a los desafíos del entorno.
Al cuidado de la comunidad
Gran parte de la atención científica en los últimos años se ha centrado en descubrir cómo los árboles se benefician unos a otros a través de estas redes subterráneas. La ecóloga Suzanne Simard, pionera en este campo, demostró que los grandes árboles actúan como "árboles madre": transfieren nutrientes y compuestos vitales a los ejemplares más jóvenes mediante las llamadas redes micorrícicas, sistemas subterráneos formados por la unión entre las raíces de las plantas y los hongos del suelo, favoreciendo su crecimiento y garantizando la supervivencia del bosque como conjunto.
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Los bosques hablan... a su manera. / Artur Debat

Los bosques hablan... a su manera. / Artur Debat
Pero los hongos no son el único canal de comunicación. También las propias raíces de los árboles pueden enviar señales químicas cuando algo va mal. Un estudio de la Universidad de Alberta reveló que, si un árbol sufre estrés por sequía o plagas, libera compuestos que activan mecanismos defensivos en los ejemplares cercanos, como el refuerzo de sus células o la producción de sustancias que repelen insectos. En otras palabras, los bosques funcionan como comunidades interconectadas que comparten información y se ayudan mutuamente a resistir las amenazas.
Talar indiscriminadamente los árboles más viejos o alterar el suelo puede romper esas conexiones invisibles
Todo esto cambia la forma en que entendemos la vida de los árboles. Ya no son entes solitarios que compiten por la luz y el agua, sino miembros de redes vivas donde cada individuo cumple un papel en el equilibrio del ecosistema y coopera con el resto. Esta nueva visión tiene implicaciones directas para la gestión forestal: talar indiscriminadamente los árboles más viejos o alterar el suelo puede romper esas conexiones invisibles y debilitar la salud del bosque.
Por todo ello, la próxima vez que pasees entre árboles piensa que bajo tus pies sucede algo extraordinario. Las raíces, los hongos y el suelo son escenario de una conversación constante, un intercambio silencioso que mantiene con vida al bosque. Comprenderlo no solo nos invita a admirar su belleza, sino también a respetar la inteligencia natural que late bajo la tierra.












