La humanidad se juega su futuro en Belém: todas las claves sobre la COP30
Más de 60.000 personas, de 160 países, se reunirán del 10 al 21 de noviembre en la cumbre del clima más importante del planeta. Por primera vez, el pulmón del mundo será el escenario donde se decidirán los próximos pasos frente a la crisis climática.
Vista aérea de la selva amazónica. / Anderson Coelho
La ciudad brasileña de Belém do Pará, en plena Amazonía, se convertirá en el epicentro mundial de la lucha contra el cambio climático con la celebración de la COP30, la 30ª Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático.
No es una cumbre más: por primera vez, las negociaciones se desarrollarán en el corazón de la selva amazónica, hogar de una de cada cinco especies del planeta y esencial para la regulación del clima global. La elección de Belém lanza también un mensaje simbólico: recordar que la Amazonía, devastada por la deforestación y la minería ilegal, está en el centro del debate climático.
Iberoamérica toma la palabra
En la COP30 se esperan más de 60.000 participantes, entre jefes de Estado, científicos, activistas, organizaciones sociales y representantes indígenas. La cita contará con dos grandes espacios: la Zona Azul, donde se celebrarán las negociaciones oficiales, y la Zona Verde, abierta a la sociedad civil, universidades y ONG. La infraestructura, de más de 250.000 metros cuadrados, ha sido diseñada para perdurar tras la cumbre, con espacios como el Centro de Economía Creativa o el Oratorio del Agua y la Luz, que quedarán como legado para la educación ambiental y la innovación sostenible en la región.
"Queremos que las decisiones de Belém reflejen el protagonismo de los pueblos amazónicos y de los jóvenes"
La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) será uno de los socios estratégicos del Gobierno de Brasil. Además de su apoyo logístico, impulsará el espacio Iberoamérica Viva, dedicado a la educación, la ciencia y la cultura como herramientas frente al cambio climático. "Queremos que las decisiones de Belém reflejen el protagonismo de los pueblos amazónicos y de los jóvenes. Afrontar la crisis climática es también promover justicia e inclusión", ha afirmado Rodrigo Rossi, director de la OEI en Brasil.
Mientras tanto, Europa llega a la cita con los deberes a medias. La Unión Europea acaba de aprobar el objetivo de reducir un 90 % de sus emisiones para 2040 respecto a 1990. Y aunque la meta suena ambiciosa, organizaciones como WWF advierten que el acuerdo incluye demasiadas "flexibilidades", como las compensaciones internacionales, que permitirían pagar por créditos de carbono en lugar de reducir emisiones reales.
La ciudad brasileña de Belém, sede de la COP30. / Ricardo Lima
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva será uno de los grandes protagonistas. Su gobierno busca combinar desarrollo económico y protección ambiental, aunque no sin contradicciones: recientemente defendió la exploración petrolera cerca de la desembocadura del Amazonas. Aun así, Lula sostiene que "Brasil está más cerca que nadie de renunciar al petróleo" gracias a una matriz energética que ya es más del 80 % renovable.
La COP30 no solo debatirá porcentajes o plazos: lo que está en juego es el rumbo colectivo de la humanidad. El calentamiento global, los incendios forestales y la pérdida de biodiversidad ya no son advertencias, sino realidades. Si en Belém se logran acuerdos reales y ambiciosos, el mundo aún podrá mantener viva la esperanza de limitar el calentamiento a 1,5 ºC. Si no, la Amazonía, y con ella el planeta entero, seguirá acercándose a un peligroso punto de no retorno.