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Enzo Vogrincic desvela con qué artista española ha hablado para un videoclip y de qué otro podría hacer un biopic

El actor de ‘La sociedad e la nieve’ publica un libro donde relata su experiencia y el duelo posterior

La muerte del personaje, así se llama el libro que ha publicado Enzo Vogrincic en el que vuelca toda su experiencia con La sociedad de la nieve. La película de J.A. Bayona que cambió su vida de manera radical. Gracias a este personaje conoció una vida con la que muchos sueñan.

Unas páginas que nos descubren a la persona que hay tras ese papel, desde sus orígenes hasta su actualidad sin obviar cómo ha sido esa transformación que ha generado este proyecto en su vida y que ahora queda en el pasado.

Reflexiones vitales de un uruguayo con el que hemos hablado, además, de música y proyectos futuros.

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Pregunta: Presentas un libro que comenzaste a crear desde el desconocimiento junto a tu amigo Felipe Ipar. A él le gusta leer y a ti no, ¿quién ha escrito este libro?

Respuesta: Este lo escribí yo, se nota y se nota cuando uno lo lee. Lo lindo del trabajo con Feli es que trabajamos en simultáneo entonces, él iba haciendo unas correcciones y sugerencias y yo le exigía siempre fuera del texto y él metía a veces mano y cuando yo volví a leer, sacaba, borraba, me daba cuenta en seguida, tenemos un lenguaje muy distinto y se notaba. Así tuvimos peleas infinitas, pero siempre tenía buenas sugerencias, unas veces las tomaba y otras decía, esto no.

P: No te gusta leer, pero te gustan muchas otras disciplinas artísticas. Lo mismo actúas –o mientes, como dirías tú- que te lanzas a la fotografía, como te encargas de la portada de tu libro. ¿De dónde salió la idea?

R: Fui con Felipe al MALBA y vimos una exposición allí en Buenos Aires que para mí fue muy inspiradora y muy reveladora. Ya veníamos con un concepto de hoja blanca que me gustaba mucho y fue evolucionando y cuando vi esto, entendí. Ahí empecé a escribir esto como que la última hoja va a ser la primera. Me parecía algo muy lindo haber llegado hasta el final del libro, haberlo completado, para al final ahí entender qué es lo primero, me hizo mucho sentido. Cuando terminé, que fue todo un día haciendo letra muy chiquitita –que tengo el cuadro en casa- dije, es esto, esto está bien.

P: Lo tuyo es el arte, no el fútbol como dejas claro en el libro. Aunque me hace gracia que de niño querías ser gimnasta olímpico, dibujante o espía. No sé si de esto último te viene eso que afirmas de que siempre está en alerta, observando a quién te observa.

R: Pero soy muy buen jugador de fútbol. Puede ser, o puede que por esas propias características que ya tenía de niño se me ocurrió lo de espía. No tengo claro, tampoco, lo de espía de dónde sale, pero esa una auto convicción. Era como, ‘yo voy a ser espía, y nadie puede saber’. Curiosidades de niño. Sí, me he vuelto atento, siempre fui muy observador, me reconozco de niño en lugares o cumpleaños como a ver dónde estoy, pensar, yo creo que lo tengo desde siempre.

P: ¿Y cómo pasas lo de pasar de ser observador a ser observado?

R: Eso es loco. Ahora mucho mejor. Siempre lo llevé bien, como de forma tranquila, siempre lo asumí y lo tomé de una manera serena porque, al final, el acercamiento es cariñoso, es agradable y es gente que viene a decirte cosas lindas. Había un día que yo estaba medio raro y a veces escuchar era como ‘muchas gracias’. Quedaba algo lindo en mí que decía, qué bien. Hay una parte de eso que es muy linda. Luego hay otra parte que, con la repetición, uno empieza a decir, ¿esto va a ser siempre? Terminó la película, ya pasó un año, sigue. En la mente, uno se empieza a desconectar del trabajo que hizo y el momento del reconocimiento que tiene como un lapso entre que esa película existe y cuando empieza a pasar el tiempo y eso continua, ahí empecé a aterrarme. Esto va a ser así permanente. Y no, eso es lo lindo, porque las cosas suben y bajan y esa espuma también bajó y, hoy en día, estoy en un lugar mucho más tranquilo, donde la gente está mucho más serena en relación a eso. Ya se olvidaron. Mira qué bien, también está esta parte que también estoy conociendo por primera vez y me deja tranquilo.

P: Hablas de una infancia humilde, sin muchos recursos económicos. Incluso, hablas de una mujer que se hizo cargo de sus gastos de estudiante. Ahora que has conocido el mundo del lujo, ¿cómo miras hacia ese pasado?

R: Conocí el mundo de lujo, pero lo toqué nada más. Después he tenido que devolver todo. Es muy divertido porque a mí me queda la mirada del origen, hay algo ahí que es muy lindo que es el contraste y a mí se me vuelve muy divertida esa observación de estar en medio de los Oscar con la gente vestida espectacular y esta gente que ya todo el mundo conoce y abajo en el asiento, una caja de cartón con un pretzel y algo para comer medio a escondidas en cada corte. Yo miraba esas cosas. Correr las cortinas doradas y espectaculares y descubrir que es un shopping. Esa magia que se rompe en seguida y que es tan frágil ese lujo y que a mí me divierte mucho. Estar afuera para irte de los Oscar y que haya una señora con un megáfono diciendo números y que era una especie de bingo absurdo donde vos tenías tu número para irte en un auto y la gente aburrida ya, con los trajes desaliñados, cansados y esas cosas me encantan. Esa observación se ve que es de allá, del barrio. Esas cosas me llaman la atención y me divierten.

P: Al final es el backstage de la realidad que percibimos.

R: Es que me siento un infiltrado en esos lugares. Como, qué hago acá realmente.

P: Hablas de una vida en la que te ha sonreído la suerte. Llegas a decir que pude ser porque tus padres te cortaron por primera vez las uñas bajo la luna llena. ¿Eres de los que crees que la suerte te viene o te la tienes que trabajar?

R: Es hermosa esa pregunta porque la suerte no es nada en realidad, es un concepto que nosotros armamos en base a lo que nos pasa y consideramos que las cosas buenas que nos pasan son de buena suerte y las malas son de mala suerte, como si eso determinara algo y no, es solamente una forma de ver las cosas. Le pongo suerte a todas esas cosas que siempre están alineadas con ese deseo que uno tiene frente a algo. Yo quiero esa cosa y si sucede parecería tener suerte, pero para mí la suerte tiene forma más ambigua que, a veces, se le parece mucho a la mala suerte, pero lo que desencadena de ahí es un acto de mucha suerte, al final. A veces hay situaciones que son lamentables y con el tiempo uno empieza a recabar una información o un valor que, con el tiempo, dices, qué suerte que me pasó esto porque fue bueno para mí, porque la decisión que puedo tomar después es gracias a que eso sucedió. Hay una cadena ahí con la suerte que tiene muchas maneras y muchas formas. Pero yo soy una persona de mucha suerte, siento que la tengo, pero también porque siento que la observo de esa forma. Y trato de tomarme con optimismo, a veces más ciego, a veces menos, las cosas y ahí empiezo a encontrar mi suerte, en cosas que no parecerían ser suerte. Sentarme en un restaurante y que la comida me guste y digo, qué suerte que me senté en este restaurante y no en otro, y que elegí este plato y no otro. Pero eso es observación.

P: Este libro recoge, sobre todo, tu experiencia en La sociedad de la nieve, la película que te ha cambiado la vida de manera radical, ¿temporalmente o para siempre?

R: Hay aspectos que cambian para siempre como cada evento canónico de la vida de cualquiera que cambian para siempre. Hay modificaciones en uno que también, por las historias que uno cuenta cuando se involucra en la actuación, que te llevan a preguntas muy profundas y esas revelaciones no se te borran con el tiempo y esta película y esta historia ya llevaba grandes preguntas sobre la vida y la muerte, sobre la importancia del otro, el vínculo con la naturaleza, Dios, todas esas ideas, y eso queda para siempre. Lo que pasa que luego hay otras cosas que son momentáneas, que es esto que sube y baja, que parecería otra cosa, pero en realidad es solo un ruido y no está pasando tanto.

P: Muerte al personaje, suena fuerte, pero al final, un actor tiene que ir pasando por estos duelos cada vez que termina un proyecto. ¿Cómo se asimila esta pérdida en un proyecto que ha sido tan intenso?

R: Supongo que como cuando uno termina cualquier relación, cualquier vínculo de esos que terminan que normalmente están relacionadas con las parejas o los amigos, con los que uno se pueda pelear, las herramientas que cada uno tenga a su alcance. Si tenés la posibilidad de poder ir a un psicólogo, puede ayudar. A veces es solo uno mismo, de tranquilizarse y decir, fue solo un personaje, una película, no pasa nada. Habrá otra, o no habrá, pero no es problema ese, no pasa nada. Es un duelo inevitable, es como que te pasa algo dentro. Sentía que era absurdo que eso me esté pasando si acabo de tener el mejor rodaje de mi vida. Me fascinó toda esta experiencia, ¿por qué me siento así? Y es inexplicable, es parecido a un duelo. Esa sensación de vacío, de repente, de ahora no sé qué hacer. Ya no me necesitan más con ese nombre. Ya no lo voy a volver a interpretar más, nunca. Y ahí se genera una cosa que con el teatro no pasa porque puedes volver a reponer esa obra y hay un vínculo con el personaje y con la obra en sí que puede llegar hasta hartarte. Con el cine no me ha pasado eso. Es difícil, pero con tiempo las cosas van sanando. Hay que prestarle atención, atravesar el dolor y no repitiéndote, ¿qué me pasa acá?, ¿qué me pasa acá?, ¿qué me pasa acá?

Me puedo llegar a enfrentar ahora a una mega producción, pero mi vínculo con eso va a ser distinto que lo que fue esta primera experiencia.

P: Leyendo la intensidad con la que has vivido este proyecto pensaba, qué difícil tiene que ser superar algo así.

R: Es muy difícil por infinitas razones. Si uno quisiera superarse permanentemente sería duro. Tener esas expectativas en relación a la carrera de uno te vas a encontrar con un problemón porque vas a estar atrapado ahí. Como no me gusta estar atrapado y que esto que hago siga siendo un juego para mí y un placer de hacer, trato de evitar esos caminos que me terminan llevando a un paredón. Soy muy consciente de que la historia que contamos es increíble, y que el director, que agarró esa historia con una sensibilidad muy particular para volver a contar eso de una forma increíble, eso no pasa siempre. Que te toque un guion tan trabajado no pasa siempre. Que tengas tantos ensayos, no pasa nunca. Y hay otra cosa que es la primeridad de las cosas, ese efecto es para siempre. Pasa solo una vez. La primera vez que tuviste esa oportunidad de esa experiencia es solo una vez. Me puedo llegar a enfrentar ahora a una mega producción, pero mi vínculo con eso va a ser distinto que lo que fue esta primera experiencia. Hay algo ahí que es intransferible, que no va a cambiar nunca como el primero amor o lo primero que siempre nos pase que va a quedar en un lugar especial y lo siguiente se va a quedar en una comparación en función de esto. Trato de no compararlo y soltarlo lo más posible y siento que lo logro.

P: ¿Vas a tardar mucho en dejar de ser el actor de La sociedad de la nieve?

R: A la siguiente que haga. Mira, el actor de Numa ahora hace de… qué parecido…Jajaja…y ya está.

P: En la dedicatoria hablas de las oportunidades y dices que ojalá hubieras estado más atento, ¿has dejado pasar muchas?

R: Yo creo que todos, todos los días. Me gusta la ambigüedad que tiene esa declaración porque un poco conecta y coquetea con el final del libro y algo lindo de hablarse desde otro lugar. Pero sí, hubo muchas invitaciones de amigos para juntarme a tomar un café o lo que sea y digo, no, estoy trabajando, no tengo ganas de salir. Y son esas cosas que te vas perdiendo, que al final, son la vida también. El intercambio entre personas es muy valioso, sobre todo con los amigos que después de algo muy grande, es lo que te queda y con los que vas a volver a charlar esas mismas cosas que hiciste. Ese tipo de oportunidades, muchas.

P: El tema de los castings me ha producido sentimientos encontrados. Por un lado, los veía como un infierno, sobre todo, si eres impaciente. Y por otro, lo veía como un mero trámite si me acogía a esa idea tuya de que los personajes te escogen, eso te da una excusa ante la negativa. ¿Has hecho algún casting desde La sociedad de la nieve?

R: No y eso es un problema. Ahora tengo la fortuna de que, como eso lo tengo de back up y parece ser mi currículum ahora, es como si eso asegurara algo. No entiendo el nivel de inconsciencia de alguien que me ve en una película así y confía tanto. No saben la cantidad de material que hay filmado y lo riesgoso que es que yo trabaje. Es un problema porque para mí es muy inseguro que me ofrezcan algo, no tener que hacer un casting y ¿cómo vos os asegurás y yo me aseguro de que soy el indicado para esto? ¿porque lo viste en la película anterior? Entonces ¿el personaje que tengo que hacer es similar? Ahí hay una parte que yo me pierdo. Ahora estoy en medio de ese proceso, tratando de adivinar qué es lo que vieron, qué necesitan, cómo es este personaje y te quedas más perdido si no haces un casting.

P: Pensé que esas inseguridades de las que hablas en el libro ya estarían superadas.

R: Ojalá. No, yo creo que empeoran. Está en el mismo lugar, es esto que me pasa con el cine. Con el teatro no me sucede, ahí siento que no estoy engañando a nadie. En el cine, como no lo manejo y tengo que aprenderlo mucho cada vez que me pongo frente a una cámara, tengo que acordarme de toda mi gestualidad y todo un trabajo extra que es muy minucioso, soy muy sobreactuado. Es un gran problema y un vicio que te queda del teatro, porque el teatro es expresivo y el cine es intrusivo y es difícil.

Tengo una frustración con la música. Me hubiese encantado saber cantar o saber agarrar un instrumento y que me fuera fácil o accesible, pero cada vez que lo he intentado, no conecto.

P: Entre las muchas cosas que me han llamado la atención está la respiración holotrópica, ¿has repetido?

R: Es lo más alucinante que experimenté en mi vida. No puedo entender qué pasa ahí en el cerebro cuando se sobre oxigena, pero uno entra en una especie de dimensión donde las cosas funcionan distintas, los recuerdos son diferentes. Uno entra en lugares de forma que parecen sueños y pasan cosas y vos estás solo respirando acostado en el piso. Y es muy alucinante. Eso se hace con profesionales, no sé dónde encontrarlos, pero yo es una cosa que haría de manera terapéutica semanalmente. Lo que planteaba la persona que nos guio es que a medida que lo practicas empiezas a controlarlo mucho mejor y puedes empezar a acceder a zonas tuyas que quieras, con decisión. Ahí empieza el trabajo más intenso. Es una experiencia increíble.

P: Tú que te mueves en varias disciplinas artísticas, ¿te veremos sacar una canción en algún momento?

R: Jamás. Nunca.

P: Qué rotundidad.

R: Tengo una frustración con la música. Me hubiese encantado saber cantar o saber agarrar un instrumento y que me fuera fácil o accesible, pero cada vez que lo he intentado, no conecto. Conecto mucho con la música, pero, de escucharla. Me conmueve, me pasan cosas, automáticamente. Ahora, hacerla, no lo logro. No logro tener la constancia. No logro eso que le pasa al músico con el instrumento. Como que eso me pasa por el costado. Ahí soy espectador puro y duro. Así que no voy a estar haciendo un rap.

P: Ahora que has probado con la literatura, ¿tampoco te ves componiendo una letra?

R: No, no, no. Hay que tener motivos para escribir y me los gasté todos en ese libro. Hay pocas cosas de las que puede hablar y ya las escribí ahí.

P: En tu relato pasas muchos momentos con los cascos escuchando música, ¿qué había en esas playlist?

R: Canciones tristes, en su mayoría, profundamente tristes. Algunas de Alfredo Zitarrosa, uruguayo que habla mucho del desarraigo o de la nostalgia, es una persona que sufrió mucho el exilio. Había algo en las sensaciones desde donde él canta –porque elegía canciones que él cantaba desde el exilio, que se nota cierta diferencia a cuando cantaba en Uruguay y cuando cantaba fuera-, que me hacía conectar con la distancia, con la familia y lo lejos que está uno de las cosas. Y la vida y la muerte. Y me dejaba en un estado particular, tranquilo, reflexivo, ideal para Numa y muy funcional para mí. Me tranquilizaba, ese tipo de cosas. Radiohead.

P: En la montaña pusiste Radiohead, ¿a dónde te transporta su música?

R: A todos lados de forma automática. No me puedo creer que ahora toca acá en España y no voy a poder estar.

Estoy ya lo he hablado con ella, con Rigoberta Bandini. Ya lo he hablado con ella y, en fin. Ojalá. Me encantaría. Sigo sembrando.

P: También hablas en varias ocasiones de observar algún lugar como si fuera un videoclip, ¿cómo es esa sensación?

R: Permanentemente lo hago caminando. Auriculares y arranco a caminar como un videoclip. Depende la canción me pone un mood de dónde estoy y me lleva a un ritmo de caminata. A veces trato de hacer el paso al tiempo de la música, no demasiado, pero camino a tiempo. Cuando estoy en auto y estoy solo y por algún motivo estoy con auriculares, que es raro, pero a veces pasa, en un autobús, carretera, ahí hay videoclip, empiezo a irme a imágenes, sensaciones y siento que estoy actuando un poco. Si hubiera una cámara, a veces tiro planos.

P: O sea, que no te veremos cantar, pero en un videoclip, es más probable.

R: Me encantaría.

P: ¿De qué artista?

R: Tengo varias personas. Estoy ya lo he hablado con ella, con Rigoberta Bandini. Ya lo he hablado con ella y, en fin. Ojalá. Me encantaría. Sigo sembrando.

P: Jeremy Allan White ha estado por aquí presentando su biopic sobre Bruce Springsteen. Tú, si pudieras dar vida a un músico, ¿cuál te gustaría?

R: De hecho, hay un proyecto de Alfredo Zitarrosa, somos muy parecidos de joven y hay algo ahí e interpretativamente es un desafío muy grande y me seduce, también me da mucho miedo. No sé qué pasará con eso, está en construcción. Y si no, Jeff Buckley.

P: ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con Bayona?

R: Un intercambio de mensajes hace unos días y en vivo, me lo crucé en los Platino, acá en Madrid, hace unos meses.

J.A. Bayona y Enzo Vogrincic en Men Of The Year Awards 2024, de Esquire.

J.A. Bayona y Enzo Vogrincic en Men Of The Year Awards 2024, de Esquire. / Juan Naharro Gimenez

J.A. Bayona y Enzo Vogrincic en Men Of The Year Awards 2024, de Esquire.

J.A. Bayona y Enzo Vogrincic en Men Of The Year Awards 2024, de Esquire. / Juan Naharro Gimenez

P: Y, ¿cómo es vuestra relación porque leía el libro y le veía poco y le veía distante?

R: Él cando está rodando está en una máquina que no para y es un obsesivo para el trabajo y está en mil campos a la vez, pero al mismo tiempo es muy atento con nosotros y está ahí con cada escena. Y conmigo es muy cercano. Yo me he quedado en su casa muchas veces. Cuando voy a Barcelona me dice, vení, quédate en casa. Y, aunque él no esté, estoy con sus perritos. Hemos generado con el tiempo una linda relación de cercanía, con temas que se van acercando cada vez más a lo profundo y con mucho cariño mutuo, es lindo.

P: Él fue un tiempo realizador de videoclips. Siempre ha estado muy unido a la música y tú cuentas que recurre a ella en los rodajes, ¿qué música te hace pensar en él?

R: Toda la playlist de La sociedad de la nieve es automático lo vinculado que está con todas esas emociones porque, aunque haya salido después es muy potente. A mí me ponen un pedacito y automáticamente estoy en el rodaje. Es muy directa la música y lo conectada que queda a los recuerdos.

P: Mucho tiempo en España, ¿has podido conocer a algún artista de aquí?

R: De música me he encontrado pocos, la verdad, porque en los contextos que a mí me tocan, generalmente hay actrices y actores y músicos me cruzo pocos, lamentablemente. Conozco muy pocos músicos de España. Rigoberta, además, yo la escucho y fue muy lindo

P: Como buen sacador de fotos, te gusta observar y salir a recorrer lugares, ¿es uno de los precios más altos que has tenido que pagar por alcanzar la fama de esta manera, el prescindir de esos paseos desde el anonimato?

R: No te creas. Hoy en día ya está tan tranquilo ese tema que ayer hice el experimento de salir a caminar toda la Gran Vía y qué tranquilo, invisible. Una gran sensación que hace mucho no tenía. Es raro para mí decirlo porque es la primera vez que vuelvo a esta sensación y me sorprendo a mí mismo de esto, de algo tan sencillo como caminar en paz. Y una paz profunda y ahí dije, qué bien. Caminé feliz, horas.

P: ¿Sin disfraces ni nada?

R: No, me daría mucha vergüenza. Prefiero saludar, hacer lo que haya que hacer que esconderme. Aparte, no me gustan los gorros, lentes uso poco. No, no.

Bardem, que está más cerca de ustedes, pero de mí está infinitamente lejos igual que todos ellos. Dije, qué cercana esta persona, qué bien, qué sencillo todo, qué lindo. Y ahí me quedé con esas conclusiones de qué lindo que sea tan cercano habiendo atravesado todo lo que atravesó y cómo él podría elegir cómo ser, es auténtico realmente.

P: Esa fama te ha dado acceso a lugares y personas con los que muchos sueñan, ¿qué has sacado de todo eso?

R: Conclusiones, hay algo lindo de haber conocido a todas estas estrellas hollywoodenses en esos encuentros que he tenido de paso o que he observado de lejos. Es lindo porque digo, claro, somos compañeros de trabajo. Tienen dinámicas que, claro, nos entendemos en esas dinámicas. Son actores, claro, tendrán sus rarezas porque viven en unos entornos y burbujas muy particulares, pero no dejan de ser actores y actrices y, sobre todo, cuando les ven entre ellos, que se conocen y son amigos, veo mi relación con mis amigos, veo esos diálogos entre actores que son iguales en todas partes, qué pesadilla. Somos iguales en todos lados. Eso me gustó, bajarlos a tierra. ¿Y conocer? A todos. A cada uno que me cruzaba decía, ah, claro, qué lindo. DiCaprio; Downey Jr, Robert; el actor de Mad Men, Hamm, un actorazo impresionante, con una presencia; Bardem, que está más cerca de ustedes, pero de mí está infinitamente lejos igual que todos ellos. Dije, qué cercana esta persona, qué bien, qué sencillo todo, qué lindo. Y ahí me quedé con esas conclusiones de qué lindo que sea tan cercano habiendo atravesado todo lo que atravesó y cómo él podría elegir cómo ser, es auténtico realmente.

Enzo Vogrincic, en los Oscar 2024.

Enzo Vogrincic, en los Oscar 2024. / Lexie Moreland

Enzo Vogrincic, en los Oscar 2024.

Enzo Vogrincic, en los Oscar 2024. / Lexie Moreland

P: Ahora que mencionas a Bardem, le vimos en los Emmy con un pañuelo palestino. ¿Te sientes obligado, como personaje público, a tener que expresar tu opinión sobre estos temas?

R: Más allá de personaje público, hay algo humano que trasciende a todo eso. Yo lo hago mucho en la conversación del propio círculo, están tan lejos al mismo tiempo. Es complicado ese tema. Se recarga a los artistas con ese rol y está buenísimo porque la visibilidad en esos temas es clave porque si no, parecería que no existen, pero al mismo tiempo parece que existen unas y no existen las otras. Pero a veces, el micrófono que uno tiene, hablo del mío, ¿qué tan real es? Lo pienso mucho, es delicado. Es triste.

P: En alguna ocasión dices que no te conocemos, que conocemos al personaje. después de escribir un libro como este, ¿sigues pensando igual?

R: No, ahí se me va a conocer un poco más a la persona. Al niño también se conoce, que eso es lindo porque ahí están las bases de muchas cosas. Son ejemplos de la niñez muy puntuales para hablar en función de la actuación. Están escogidos y tienen una conciencia, pero sí, lo que hay ahí es una escritura bastante honesta como para decir, conozco un poco más y unos campos un poco más reales de la persona, no tanto en los entornos de las alfombras y las fotos y la ropa y no sé qué.

P: Y, ¿ahora qué?

R: Sigo haciendo cosas, soy inquieto. Me estoy construyendo un teatrito en casa que no tiene que ver con nada, un teatro en miniatura. Con otros amigos escribimos guiones para cine, fantaseando con la idea de algún día hacerlas. Tengo un proyecto que empiezo a filmar en breve y ya estoy metido ahí con la cabeza. Todo sigue.

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