Todo lo que sabemos sobre las sorprendentes bacterias marinas que se comen el plástico
Un ejército microscópico que se ha adaptado a vivir entre nuestros desechos podría ofrecer nuevas pistas para combatir la contaminación global.

El plástico tarda siglos en degradarse. / CHRISTOPH BURGSTEDT/SCIENCE PHOT
En las últimas décadas, el plástico ha pasado de ser un material milagroso a convertirse en una amenaza medioambiental omnipresente. Botellas, fibras textiles y envases de todo tipo terminan viajando por ríos y mares hasta formar parte del paisaje submarino. No en vano, la llamada isla de plástico del Pacífico, de la que te hemos hablado en El Eco de LOS40, se ha convertido en uno de los grandes problemas de la humanidad en materia de contaminación. Pero en ese escenario tan oscuro ha surgido un pequeño rayo de luz: ciertas bacterias que, literalmente, han aprendido a alimentarse de plástico.
Un equipo internacional de investigadores ha identificado en los océanos del planeta microorganismos capaces de degradar el PET, el plástico más común en envases y textiles. Estas bacterias llevan incorporada una enzima muy peculiar, una PETasa con una firma estructural apodada motivo M5, una especie de "sello" que indica que puede romper las cadenas del PET y transformarlo en moléculas más simples.
Estos organismos habrían refinado sus capacidades para aprovechar esa nueva fuente
Lo interesante es que este talento no aparece por casualidad. Estas enzimas parecen haber evolucionado a partir de otras que degradaban hidrocarburos y que ahora, ante la llegada masiva de plástico, habrían refinado sus capacidades para aprovechar esa nueva fuente de carbono que hemos dejado caer al océano.
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La contaminación por plástico es un problema global. / Narumon Bowonkitwanchai

La contaminación por plástico es un problema global. / Narumon Bowonkitwanchai
El hallazgo no se quedó en el análisis genético. En el laboratorio, las bacterias que portaban el motivo M5 demostraron que realmente podían erosionar películas y gránulos de PET. Algunas alcanzaron entre un 25% y un 50% de la eficacia de la famosa “bacteria japonesa” descubierta en 2016, la primera capaz de degradar este plástico de forma eficiente. Pero aquí hay una diferencia clave: estas nuevas bacterias no dependen exclusivamente del PET para alimentarse, lo que sugiere que, en la naturaleza, trabajan en equipo con otros microbios especializados en procesar los subproductos de la degradación.
Los científicos encontraron enzimas funcionales en casi el 80% de los océanos estudiados
Con más de 400 muestras analizadas, los científicos encontraron enzimas funcionales en casi el 80% de los océanos estudiados, desde zonas costeras saturadas de residuos hasta regiones profundas de dos kilómetros donde la vida sobrevive con lo justo. Allí, disponer de una fuente extra de carbono, aunque provenga de nuestro plástico, puede dar una ventaja competitiva.
Demasiado lentas
¿Significa esto que el océano está empezando a limpiarse solo? Ni mucho menos. Los propios autores del estudio son tajantes: la actividad degradadora de estas bacterias es demasiado lenta para compensar la avalancha de plásticos que vertemos cada año. Cuando los residuos llegan al fondo marino, los daños para la vida oceanográfica y para nuestra propia cadena alimentaria ya están en marcha.
Aun así, las implicaciones son importantes. Entender cómo funcionan estas enzimas y qué las hace tan eficaces abre la puerta a desarrollarlas en laboratorio, optimizarlas y utilizarlas en plantas de reciclaje o sistemas de tratamiento de residuos. La naturaleza marca el camino; ahora toca a la tecnología acelerar el proceso. Y, sobre todo, seguir cuestionándonos nuestra forma de consumir por su impacto en el planeta.












