El día en el que a Amaia no la dejaron entrar a un garito y no precisamente por lo que diría El canto del loco
La cantante cuenta su experiencia cuando quiso entrar a una fiesta por ser quién es y no la dejaron
Amaia, en la alfombra roja de 'GQ Men Of The Year Awards 2025'. / Pablo Cuadra
Si algo ha demostrado Amaia con creces es que derrocha naturalidad por los cuatro costados. Habla con libertad, sin artificios y sin miedo a las consecuencias y eso nos regala momentos de gran autenticidad como el que hemos visto en La ruina, el show de Tomás Fuentes e Ignasi Taltavull con público en directo. Un día está celebrando con Apple, y al otro, de cotilleos varios.
Allí ha contado cómo en una ocasión no le dejaron entrar en un garito y no precisamente por ir con zapatillas como cantaría El canto del loco. En su caso, fue cuestión de desconocimiento por parte del chico de seguridad de la entrada.
Todo ocurrió cuando un día, Amaia salió a cenar con su mejor amigo Frede y se empezaron a animar. “¿Por qué no salimos de fiesta? Coctelería, no sé qué, pim pum, coctelcitos, tal. Luego, de repente, dijimos, ¿por qué no vamos a Apolo? Y era como una fiesta de gays que no me acuerdo cómo se llamaba”, recuerda sobre aquel día.
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El incidente con el chico de la puerta
Aquella fiesta era Choco Churros. “Yo pensé, mi público son mar*cones y chicas, me van a conocer seguro, me van a dejar entrar 100%. Yo fui a la puerta y estaba un poco ciega y le digo: ‘Hola, ¿qué tal? Nunca suelo hacer esto, pero, ¿tú eres maric*n, ¿no? Yo soy Amaia”, explicaba con el público muerto de risa.
“Me dijo, ‘no’. Ay, qué vergüenza. ‘Nunca hago esto, lo siento muchísimo, pero es que nos hemos animado y queremos salir aquí de fiesta’. Simplemente me hice muy pequeña y dije, ‘lo siento muchísimo’ y me fui. Como que pasé de ir completamente segura, en plan, ‘yo soy Amaia y tú eres maric*n’. Y me fui con el rabo entre las piernas diciéndole, ‘perdóname, lo siento muchísimo, lo siento muchísimo, de verdad. Lo entiendo, lo entiendo perfectamente’”, terminaba contando sobre el desenlace de aquel momento bochornoso.
Porque no, señores y señoras, le negaron la entrada a Amaia por desconocimiento. La respuesta del chico de la puerta fue muy contundente: “Si tan famosa eres, tendrás dinero para comprarte la entrada”. Y reconoció que tenía toda la razón.
Pero no la pagó y se fue de allí completamente avergonzada, para que luego digan que la vida de famoso es fácil. Seguro que le ha pasado a más de uno, pero pocos tienen la valentía de Amaia para contar algo así.
Por más como ella.