Yakuza inicia una nueva andadura en Switch 2, la consola perfecta para entrar y salir del drama de la mafia japonesa

Con la llegada de Yakuza Kiwami y Yakuza Kiwami 2 a Nintendo Switch 2 se cierra un círculo curioso en la historia de los videojuegos: aquello que Shenmue empezó en Dreamcast, ese intento casi quijotesco de recrear un trocito de Japón cotidiano dentro de una consola, encuentra aquí una de sus formas más maduras… y, por primera vez, plenamente portátil en una máquina híbrida moderna.

En mi cabeza, la saga Yakuza siempre ha funcionado como heredera espiritual de Shenmue. Cambian los protagonistas, cambia el foco —de la venganza íntima de un chico de barrio a las guerras internas de la yakuza japonesa—, pero el corazón late de manera muy parecida: barrios vivos, llenos de tiendas, locales nocturnos y recreativas; una economía pensada para el jugador que convierte el dinero en comidas, mejoras, pachinko y noches de karaoke; misiones secundarias que mezclan drama, ternura y humor absurdo; y una colección de minijuegos que a veces parecen títulos independientes incrustados dentro de otro mayor. En Kiwami y Kiwami 2, ese ADN sigue intacto, pero el formato híbrido de Switch 2 lo transforma en algo nuevo: Kamurocho y Sotenbori dejan de ser lugares a los que “sentarse a jugar” y pasan a ser sitios que se visitan cuando apetece, tanto en la pantalla grande del salón como en la portátil, en viajes, en la cama o en el sofá.

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En el caso de Yakuza Kiwami, la conexión con la nostalgia es evidente. Es el remake del primer juego de la serie, el punto de arranque de la leyenda de Kazuma Kiryu. La historia arranca en los noventa: un miembro prometedor del Clan Tojo que carga con la culpa de un asesinato que no ha cometido, diez años de prisión y un regreso a un Kamurocho cambiado, al borde de una guerra por el control de 10.000 millones de yenes y del propio futuro de la organización. Es un relato de caída, lealtad y redención que, en su estructura, recuerda a los grandes melodramas que tantos jugadores asociaban al gigante de Dreamcast.

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La versión de Switch 2 no es un simple port. Se presenta como una edición con gráficos mejorados, mayor velocidad de fotogramas y nuevos idiomas respecto a lanzamientos anteriores. En la práctica, esto se traduce en un Kamurocho más limpio y estable que en la primera Switch y, sobre todo, en una novedad crucial para el público hispanohablante: el juego llega completamente traducido al castellano (hablamos de subtítulos, no nos volvamos locos). Esa localización, compartida con otros idiomas europeos, no solo facilita seguir una trama densa y llena de matices; también ayuda a conectar con la galería de secundarios, esos personajes excéntricos que pueblan las misiones opcionales y que son una parte esencial del encanto de la saga.

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Kiwami se beneficia especialmente del formato de Switch 2. Es un juego que invita a alternar entre grandes tramos de trama principal —cinemáticas largas, giros dramáticos, momentos de alta tensión— y ratos muertos en los que el jugador se deja caer por un karaoke, se juega unos dardos o resuelve la enésima disputa surrealista de algún vecino de Kamurocho. La posibilidad de pasar de la tele al modo portátil de forma instantánea encaja con esa estructura: los capítulos se prestan a sesiones largas en sobremesa, mientras que las misiones secundarias, las noches de casino o las visitas a la sala de bateo encuentran un hueco natural en partidas cortas, de “solo un rato más”, en cualquier parte.

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Yakuza Kiwami 2, por su parte, supone un salto generacional dentro de esta misma colección. Basado en el Dragon Engine, el motor actual de la saga, da un tono más cinematográfico al conjunto y acentúa el duelo entre Kiryu —el Dragón de Dojima— y Ryuji Goda, el temido Dragón de Kansai. Es la historia de dos figuras que compiten por ser el “único dragón” en medio de una guerra entre el Clan Tojo y la Alianza Omi, y que lleva el drama y la épica un paso más allá: más violencia contenida, más política interna, más peso del pasado en cada decisión.

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En lo técnico, el port de Switch 2 disipa algunas dudas razonables. Yakuza Kiwami 2 ofrece en la nueva consola exactamente el mismo contenido y estructura que en otras plataformas, manteniendo intactas las virtudes y defectos del original, y demostrando que el Dragon Engine se adapta bien al hardware de Nintendo. Pero, quizá más importante, una vez más, es que este estreno marca la primera vez que el juego llega de forma oficial con textos en castellano.

Juntos, Kiwami y Kiwami 2 forman en Switch 2 una especie de “temporada 1” de la vida de Kiryu. El pack digital que reúne ambos juegos se presenta como “un lote imprescindible para iniciarse en la saga Yakuza”, con lanzamiento simultáneo y un precio que los sitúa como puerta de entrada relativamente asequible a dos aventuras de decenas de horas. Es un recorrido que arranca en 1995, en las calles todavía algo más crudas de Kamurocho, y culmina en el choque de dragones con la Alianza Omi, ya con el Dragon Engine mostrando un Japón nocturno de neones más estilizado.

Solo hay un punto en el que esta edición para Switch 2 deja un sabor claramente agridulce: el formato físico. SEGA (como tantas otras distribuidoras) ha optado por lanzar Yakuza Kiwami y Yakuza Kiwami 2 por separado en tiendas, usando el polémico sistema de “Game Key Card” propio de la consola. Estas tarjetas que se venden como si fueran juegos completos, con su caja y su presencia en la estantería, pero en realidad contienen solo una clave de descarga para instalar el juego completo desde los servidores de Nintendo. No es un detalle menor para coleccionistas y preservacionistas: este tipo de tarjetas no incluyen el software en el soporte físico y complican el archivo de la historia del medio. El resultado es una sensación de “falso físico” que choca especialmente en títulos con tanto peso narrativo y simbólico.

Para comprar "ese" formato físico, bien harás comprando directamente el juego digital y obviando la necesidad de insertar un cartucho cada vez que juegas. Mucho más versátil.

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Aun así, más allá de esa espina en el formato, la colección de Yakuza Kiwami y Yakuza Kiwami 2 en Nintendo Switch 2 se presenta como una de las mejores oportunidades actuales para entrar en la saga. Reúne dos historias densas de venganza, tragedia y humanidad, las envuelve en barrios japoneses llenos de detalles y las coloca en una consola que permite alternar sin esfuerzo entre maratones de sofá y paseos nocturnos de bolsillo.

Para las nuevas generaciones, es una puerta grande a uno de los universos más particulares del videojuego contemporáneo. Una puerta necesaria para lo que tiene que venir, sabiendo que ya se han anunciado versiones de Yakuza 0 y Yakuza 3 para esta misma consola.

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Para quienes todavía recuerdan la primera vez que pasearon por Dobuita en Dreamcast, es también una forma de comprobar que aquel sueño de Yu Suzuki, no solo sobrevivió, sino que sigue creciendo en nuevas manos y nuevas pantallas.