Todo lo que hay que saber sobre la peste porcina
En pleno aumento de la preocupación sobre el brote, El Eco de LOS40 aporta todas las claves para entender un problema que va más allá de los animales.

Cerdos en una granja porcina. / picture alliance
La peste porcina está estos días en todos los medios de comunicación. Sin embargo, no es la primera vez que España se enfrenta a esta enfermedad. Detectada por primera vez en Kenia en 1909, llegó a Europa en 1957 y en 1960 desencadenó una epidemia que afectó a España durante más de tres décadas. La OIE bloqueó las exportaciones de porcino durante años, dejando una cicatriz todavía presente en el sector.
La peste porcina africana (PPA) estaba erradicada en España desde 1994, pero hace unos días todo cambió, cuando se confirmaron en Collserola (Barcelona) dos jabalíes muertos por el virus y varios más en estudio. El virus no afecta a las personas, pero sí es devastador para el cerdo doméstico y para la economía: España es el mayor productor de porcino de la UE y solo en exportaciones mueve 8.800 millones de euros. Cataluña, donde ha aparecido este brote, representa 3.000 millones del total y es clave para comarcas como Osona.
Por ahora ninguna granja se ha visto afectada, pero varios países han frenado importaciones y bloqueado certificados sanitarios. El temor es que el brote cruce la frontera entre fauna salvaje y explotaciones: un salto que podría ser desastroso.
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Un virus complejo y resistente
El virus responsable, el virus de la peste porcina africana (VPPA), es un microorganismo de gran tamaño y morfología icosaédrica. Aunque en un principio se creyó emparentado con los iridovirus, sus características genéticas lo sitúan en una familia propia, Asfarviridae. España ha tenido un papel importante en su conocimiento: durante los años 80 y 90, el laboratorio del extremeño Eladio Viñuela logró descifrar aspectos esenciales del virus y en 1995 publicó la primera secuencia completa de su ADN. Ya en 2019, equipos de investigación de Madrid y Bilbao lograron obtener su estructura tridimensional mediante criomicroscopía, un avance crucial para diseñar futuras vacunas.

Ilustración 3D del virus de la peste porcina africana (PPA). / quantic69

Ilustración 3D del virus de la peste porcina africana (PPA). / quantic69
El VPPA se transmite por contacto directo con animales infectados, por ingestión de carne o embutidos contaminados, por objetos que hayan tocado el virus —desde botas hasta ruedas de bicicleta— y también por garrapatas que actúan como vectores. Una vez dentro del animal, su capacidad para bloquear el sistema inmune explica su alta mortalidad.
¿Y qué provoca la peste porcina? La enfermedad puede presentarse de manera sobreaguda, aguda, subaguda, crónica o incluso asintomática, dependiendo de la cepa. Sus síntomas más habituales incluyen fiebre, hemorragias, pérdida de apetito, diarreas o abortos. En muchos casos, los animales mueren súbitamente, independientemente de su edad o sexo. Su sintomatología puede confundirse con otras patologías porcinas, lo que complica el diagnóstico rápido.
El foco de Collserola
La teoría principal sobre el brote apunta a un bocadillo con embutido contaminado, arrojado en un área de servicio y consumido por un jabalí. La presencia de estos animales, acostumbrados a rebuscar comida en zonas urbanas, ha facilitado que el virus entrara en el ecosistema de Collserola. Aunque el sector del transporte rechaza esta hipótesis, encaja con lo que se conoce del virus.

Agentes desinfectan un vehículo en Collserola, Barcelona. / Europa Press News

Agentes desinfectan un vehículo en Collserola, Barcelona. / Europa Press News
El dispositivo desplegado incluye más de 400 efectivos entre UME, Mossos, Agentes Rurales y Protección Civil. Hay mucho trabajo que hacer: se rastrean cadáveres, se cierran accesos, se vigilan pasos de fauna y se desinfectan vehículos. Todo para evitar que el virus llegue a una granja: el escenario que nadie quiere.
Organizaciones como PACMA recuerdan que factores como la caza y las macrogranjas contribuyen a que enfermedades así encuentren vías para multiplicarse: movimientos constantes de animales, restos biológicos, hacinamiento y un ecosistema de contactos que el virus aprovecha. Por ello, exigen limitar y supervisar estrictamente las prácticas cinegéticas que concentran y manipulan fauna silvestre, ya que incrementan la probabilidad de nuevos focos.
Por ahora, la prioridad es contener el foco. La experiencia de brotes anteriores demuestra que, una vez entra en las explotaciones, la enfermedad no solo arrasa con los animales: arrastra empleos, economías rurales y una parte esencial del tejido alimentario del país. Por ello, algunas voces ponen en evidencia que este brote no debe ser interpretado como un incidente inevitable, sino como la consecuencia de un sistema que toca repensar.












