60 años de ‘My generation’, el disco con el que The Who enseñó a una generación a desafiarlo todo
El cuarteto británico revolucionó el rock con este álbum que dio vida al movimiento mod

The Who, en 1965. De izda. a dcha.: Pete Townshend, Keith Moon, Roger Daltrey y John Entwistle. / The Visualeyes Archive
Mucho antes de que destrozar una guitarra en el escenario se convirtiera en gesto de rockstar, The Who ya lo habían hecho. Y no por postureo: era su manera de decir que el rock no era un espectáculo elegante, sino una sacudida eléctrica. Este 3 de diciembre se cumplen sesenta años de My generation, su primer álbum, y todavía hoy sigue oliendo a gasolina, rebeldía y amplificadores a punto de explotar.
A mediados de los sesenta, The Who eran una banda joven con una energía que no se parecía a la de nadie. Cuatro chavales de Londres con mucha hambre y cero intención de pasar desapercibidos: Pete Townshend, un compositor brillante y obsesivo; Roger Daltrey, un cantante explosivo; John Entwistle, un bajista con un sonido tan contundente que parecía otro guitarrista más; y Keith Moon, batería, genio del caos y probablemente el músico más impredecible de su generación. Juntos formaban un cóctel que solo podía acabar de dos maneras: en desastre o en leyenda. Eligieron lo segundo, aunque lo primero también lo practicaron bastante.

¿Por qué fueron tan importantes? Porque cuando el rock británico se movía entre la beatlemanía y los ritmos de rhythm & blues, The Who decidieron romperlo todo. Fueron pioneros del volumen extremo, de la distorsión como herramienta expresiva, de la actitud desafiante, del estilo mod y del culto al directo como ritual salvaje. Eran la banda que mejor entendía la energía adolescente: insegura, rabiosa, orgullosa, sensible sin querer admitirlo. Y esa mezcla quedó grabada para siempre en su primer álbum, My generation.
LOS40 Classic
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El disco fue prácticamente un retrato generacional. The Who llevaban meses incendiando salas pequeñas, llamando la atención por su actitud en directo y sus sonidos vanguardistas. El álbum capturó esa electricidad: temas rápidos, guitarras cortantes, bajos hiperactivos y una batería que parecía tocarse en caída libre. No era un disco pulido: era urgente, directo, casi peligroso. Eso lo hizo irresistible.
Las canciones funcionaban como pequeños manifiestos juveniles. “The good’s gone”, “La-la-la lies” o “Much too much” tenían la frescura del pop británico, pero con un filo que delataba que The Who estaban apuntando más alto. Townshend escribía sobre frustración, identidad, violencia contenida y ese momento vital en el que quieres rebelarte contra todo aunque todavía no sepas muy bien contra qué. Era música para chavales que querían hacerse oír.

Pero fue el single “My generation” el que lo cambió todo. La canción era un misil. No solo por el famoso tartamudeo de Daltrey —imitando el habla insegura de un joven que quiere decir algo importante pero se tropieza con sus palabras—, sino por la letra: “Hope I die before I get old” (“Espero morir antes de hacerme viejo”). Ningún grupo de la época había dicho algo así. Era una frase que, sin quererlo, se convirtió en un lema cultural. Y musicalmente, aquello era dinamita: el bajo de Entwistle sonaba como un ataque de furia contenida, la guitarra de Townshend golpeaba más que tocaba y la batería de Moon parecía querer salirse del estudio.
El álbum funcionó bien comercialmente. My generation alcanzó el número cinco en las listas británicas, un logro enorme para una banda tan joven y tan ruidosa en una época dominada por sonidos más amables. En Estados Unidos la repercusión llegó algo más tarde, pero el disco terminó convirtiéndose en uno de los trabajos fundacionales de su trayectoria.
Pero lo verdaderamente importante vino después. A partir de este álbum, The Who encontraron su identidad. Con él nació su estilo de directo brutal, su estética mod, su obsesión por los conceptos narrativos y, sobre todo, su forma de ser: desafiantes, creativos, imprevisibles. My generation no es solo un primer disco: es el mapa genético de una de las bandas más influyentes del rock.
El álbum suena en películas, anuncios, playlists, documentales… pero, más allá de eso, sigue siendo un recordatorio de que toda generación necesita su propio grito. Y pocas veces un grito ha sido tan eficaz como el que lanzaron cuatro chavales de Londres en 1965. Porque si algo nos enseñaron The Who es que una guitarra puede ser un arma, una batería una tormenta y una frase bien colocada un terremoto cultural. Y todo eso empezó aquí, en el momento en que un grupo de veinteañeros decidió decir lo que muchos sentían pero nadie se atrevía a cantar.












