El comercio de estas tres especies marinas, prohibido a partir de ahora
La CITES blinda a la manta raya, el tiburón ballena y el tiburón oceánico en su máximo nivel de protección mientras el mundo debate cómo frenar la pérdida de biodiversidad marina.
La manta raya se ha unido a la lista de especies con la máxima protección. / Thomas Barwick
El océano respira un poco mejor. Tres de sus grandes y más emblemáticos habitantes —la manta raya, el tiburón ballena y el tiburón oceánico de puntas blancas— acaban de ascender al Apéndice I de la Convención CITES, el nivel que prohíbe por completo su comercio internacional. La decisión, adoptada en la Conferencia de las Partes que estos días reúne en Samarkanda (Uzbekistán) a más de 3.300 representantes de 170 países, marca un punto de inflexión en la protección de estas especies, muy presionadas por la pesca y el comercio global.
¿Y qué significa que una especie entre en el Apéndice I? Básicamente, que queda fuera del mercado. No puede haber compraventa ni traslados internacionales con fines comerciales, salvo excepciones muy puntuales orientadas a la investigación científica.
Pero no ha sido fácil. En el caso de la manta raya y el tiburón ballena, el acuerdo llegó por consenso. Pero en el del tiburón oceánico, más polémico por el impacto económico que su captura tiene en algunos países, fue necesaria una votación ajustada que hizo temer que la propuesta llegara a buen puerto.
El imponente tiburón ballena, otra de las especies en peligro. / Gregory Sweeney
El debate no ha sido solo sobre estos tres gigantes. La CITES también ha revisado el futuro de otros peces y rayas. Los peces guitarra y peces cuña seguirán en el Apéndice II, una categoría que permite cierto comercio bajo estricta regulación, aunque con un límite claro: cuotas de exportación fijadas en cero. Es una forma suave de decir que, en la práctica, su comercio queda congelado. A este mismo apéndice se suman ahora el cazón y el quelvacho, ambos afectados por la sobreexplotación.
Esta decisión itenta frenar una tendencia que, sin medidas firmes, podría ser irreversible
No todas las propuestas han prosperado. La intención de incluir a todas las anguilas en el Apéndice II fue rechazada, pese a las alertas científicas sobre el declive de varias poblaciones. Y en el terreno de los pepinos de mar, importantes para la salud de los fondos marinos, las resoluciones fueron mixtas: se protegió al pez arena dorado, pero otras seis especies quedaron fuera.
También especies vegetales
La flora también ha tenido su espacio. La palma chilena, un verdadero símbolo de los ecosistemas de Chile central, entrará en el Apéndice I, blindada ante un comercio que amenazaba su supervivencia. Además, dos palmas cola de caballo y cuatro especies de aloe se incorporan al Apéndice II.
Estas decisiones llegan en un momento crítico para la biodiversidad mundial. Con la pérdida de especies acelerándose y el comercio internacional jugando un papel decisivo en su declive, foros como la CITES (también conocido como la Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre) intentan frenar una tendencia que, sin medidas firmes, podría ser irreversible.
Hasta este viernes 5 de diciembre, Samarkanda será el epicentro de estas negociaciones. De ellas depende, en buena parte, que el océano siga albergando criaturas tan extraordinarias como las que hoy, por fin, quedan fuera del alcance del mercado.