Este país africano ha dicho basta a seguir recibiendo residuos nucleares
Tras años de abusos ambientales, el Gobierno acusa a la multinacional francesa Orano de poner en riesgo la salud de su población tras hallar 400 barriles con material radiactivo en el norte del país.
Los residuos nucleares son una amenaza para la población y el medio ambiente. / mesh cube
Níger, uno de los países más pobres del mundo pese a su enorme riqueza mineral, lleva décadas siendo un proveedor clave de uranio para Francia, cuyo sector nuclear depende en parte de sus yacimientos. Esa relación, marcada por desigualdades históricas y tensiones políticas, ha situado al país africano en el centro del debate sobre soberanía, explotación de recursos y justicia ambiental.
En ese contexto, el Gobierno del país africano ha ha decidido plantar cara. Lo ha hecho iniciando acciones legales contra la compañía francesa Orano, un gigante de la energía con décadas de actividad minera en el territorio. El detonante: el hallazgo de 400 barriles con material altamente radiactivo en la región de Arlit, en el norte del país. Según el Ministerio de Justicia, estas sustancias pueden contaminar a una persona situada a menos de diez metros, un riesgo que el Ejecutivo considera inaceptable.
Níger acusa a Francia de creerse "el duelo" de sus minas
El ministro de Justicia del país, Alio Daouda, presentó el caso en una rueda de prensa en la que no se and con medias tintas. Acusó a Orano de actuar "como un depredador" que sigue creyéndose “"el dueño" de las minas nigerinas, y denunció que la empresa ha ignorado durante años la capacidad de los profesionales locales para manejar y tratar materiales nucleares, mientras mantenía prácticas que, según el Gobierno, vulneran la soberanía del país.
Una miina de uranio en Arlit, Níger. / Joe Penney
Para el Ejecutivo nigerino, el hallazgo de los barriles no es un hecho aislado, sino la prueba de un problema mucho mayor. Las autoridades aseguran que Orano ha dejado a la intemperie millones de toneladas de residuos radiactivos, desoyendo incluso órdenes judiciales que exigían su tratamiento o retirada. Una situación que, subraya Daouda, supone un grave peligro para la salud de la población y para el medioambiente local, especialmente en zonas donde comunidades enteras dependen del agua y la ganadería.
En busca de reparación
El Gobierno quiere ahora sentar un precedente. Además de perseguir responsabilidades penales, Níger busca una reparación económica que cubra los daños ambientales, sociales y sanitarios. Para ello, ha comenzado a documentar junto a organismos nacionales el impacto real del vertido: desde su efecto en el suelo y el aire hasta las consecuencias educativas y pastorales en las comunidades afectadas.
La denuncia llega en un momento de creciente tensión entre el país y la multinacional gala. Hace solo una semana, Orano criticó que Níger trasladara uranio almacenado en la Sociedad de Minas de Aïr, una empresa recientemente nacionalizada. Según la compañía francesa, ese movimiento contraviene una orden del tribunal arbitral del Banco Mundial que obliga al Estado nigerino a no transferir ese material.
Pero esta vez Níger no parece dispuesto a dar marcha atrás. El Gobierno sostiene que la prioridad es proteger a su población y evitar que se repitan situaciones que ponen en peligro vidas humanas. Y aunque el pulso con una multinacional del tamaño de Orano promete ser largo, el mensaje del país africano es claro: ya no aceptará ser el vertedero nuclear de nadie, y menos aún seguir siendo comportándose como una colonia francesa.