Urdaibai respira: el Guggenheim dice adiós a su ampliación más polémica
El museo renuncia a crecer en plena Reserva de la Biosfera y la presión social, ecologista y cultural se apunta una victoria histórica.

Panorámica de Urdaibai, Reserva de la Biosfera. / Julen Arabaolaza
Durante años fue una idea tan ambiciosa como controvertida. Un Guggenheim "satélite" en uno de los enclaves naturales más valiosos del País Vasco sonaba, para algunos, a oportunidad económica única. Para otros, a auténtico despropósito. Un auténtico atentado contra el medio ambiente que había que frenar a toda costa. Ahora ya es oficial: el Museo Guggenheim Bilbao tira la toalla y renuncia a ampliar sus instalaciones dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.
La decisión la ha tomado el Patronato del museo tras dos años de reflexión y no pocas turbulencias. Según sus responsables, el proyecto acumulaba demasiados obstáculos: inseguridad jurídica, límites urbanísticos, condicionantes ambientales y una contestación social cada vez más ruidosa. "Difícil, pero responsable", así han definido una renuncia que pone fin a un plan que llevaba sobre la mesa desde 2008 y que, en el mejor de los casos, no habría sido viable hasta dentro de otra década.

El Museo Guggenheim de Bilbao. / Gonzalo Azumendi

El Museo Guggenheim de Bilbao. / Gonzalo Azumendi
El corazón del conflicto estaba claro: Urdaibai no es un lugar cualquiera. Es la única Reserva de la Biosfera del País Vasco, protegida por la UNESCO desde 1984, hogar de humedales y especies amenazadas, y un símbolo de equilibrio, siempre frágil, entre conservación y desarrollo. Que uno de los edificios previstos se levantara en pleno núcleo protegido, en la zona de Murueta, encendió todas las alarmas.
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Por eso, cuando se conoció la paralización definitiva, las organizaciones ecologistas no tardaron en celebrar lo que consideran una victoria colectiva. Greenpeace y plataformas vecinales como Guggenheim Urdaibai Stop o Zain dezagun Urdaibai recuerdan que sin la presión social constante este final no habría llegado. Eso sí, avisan: el trabajo no ha terminado. Los Astilleros de Murueta, que iban a albergar parte del proyecto, operan con una concesión caducada desde 2018 y su restauración ambiental sigue siendo una asignatura pendiente clave para frenar la pérdida de biodiversidad.
Un escenario delicado
En paralelo, la polémica había cruzado fronteras. La UNESCO seguía el caso "muy de cerca" y expertos advertían de un escenario delicado: si el museo avanzaba, Urdaibai podría haber perdido su estatus de Reserva de la Biosfera en la próxima revisión, prevista para 2031. Y eso no es solo un título honorífico: supone visibilidad internacional, turismo sostenible y un impulso real para la economía verde de la zona.
El plan contemplaba dos sedes expositivas (Murueta y Gernika) y una lanzadera eléctrica entre ambas
El plan descartado no era pequeño: dos sedes expositivas (Murueta y Gernika), una lanzadera eléctrica entre ambas y una previsión de hasta 150.000 visitantes extra al año. Demasiado impacto, según los críticos, para un espacio que debería priorizar la protección del núcleo natural frente a cualquier gran infraestructura, aunque fuera cultural.
Eso sí, no todo se congela. Las inversiones públicas previstas para la zona siguen adelante. Los 40 millones de euros concedidos por el Ministerio para la Transición Ecológica se destinarán a descontaminar suelos industriales, recuperar espacios degradados y crear sendas peatonales y carriles bici. Menos hormigón y más naturaleza.
Al final, Urdaibai se queda como estaba: un territorio protegido, observado y disputado, pero, por ahora, a salvo. Y el Guggenheim, que revolucionó Bilbao hace casi tres décadas, asume que no todos los iconos culturales pueden (ni deben) crecer en cualquier lugar. A veces, ganar es saber parar.












