Dejar el destino mejor de lo que estaba: así es el "turismo regenerativo"
Viajar ya no consiste solo en disfrutar y volver a casa con fotos bonitas. Cada vez más destinos, hoteles y viajeros apuestan por una forma de turismo que no solo reduce impactos, sino que busca mejorar los lugares que visita y la vida de quienes los habitan.

El turismo regenerativo quiere cambiar nuestra forma de viajar. / Alexander Spatari
urante años hemos oído hablar de turismo sostenible como la gran solución: contaminar menos, consumir con cabeza, respetar el entorno. Pero ahora el debate va un paso más allá. El llamado turismo regenerativo plantea una pregunta distinta: ¿y si viajar sirviera para dejar los destinos mejor de lo que estaban antes de nuestra llegada? No solo “no hacer daño”, sino aportar algo positivo a nivel ambiental, social y cultural.
Este enfoque ha ganado fuerza en un momento clave, marcado por el turismo de masas, el cambio climático y el cansancio de muchos barrios y ciudades saturadas. Frente a la idea de que el turismo es siempre un problema, el modelo regenerativo propone verlo como una herramienta bien utilizada: capaz de restaurar ecosistemas, fortalecer comunidades locales y generar experiencias más conscientes tanto para quien viaja como para quien recibe.
El turismo regenerativo puede implicar desde recuperar espacios naturales degradados hasta apoyar economías locales, preservar tradiciones culturales o mejorar la calidad de vida de los residentes
Pero ¿qué significa esto en la práctica? A diferencia del turismo sostenible, que busca mantener equilibrios, el regenerativo aspira a transformar. Puede implicar desde recuperar espacios naturales degradados hasta apoyar economías locales, preservar tradiciones culturales o mejorar la calidad de vida de los residentes. Y aquí el viajero deja de ser un simple espectador para convertirse en parte activa del cambio.
LOS40
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Un ejemplo claro está en algunos hoteles que han empezado a repensar su funcionamiento diario. Eliminar plásticos de un solo uso, reducir el consumo de agua o convertir residuos en recursos ya no es una rareza. Algunos van más allá: reutilizan aceite para fabricar detergente, usan tecnología para evitar el desperdicio alimentario o transforman restos orgánicos en compost para jardines y huertos de empleados. Pequeñas decisiones que, sumadas, generan un impacto real.
Del "no molestar" al "mejorar"
La regeneración también se juega fuera de los hoteles. En zonas costeras del Mediterráneo, parques náuticos y empresas turísticas están apostando por actividades sin combustibles fósiles, promoviendo la vela, la propulsión eléctrica o el esfuerzo humano. Al mismo tiempo, se trabaja en cambiar el relato: explicar, por ejemplo, que la posidonia no ensucia las playas, sino que las protege de la erosión. Educar forma parte del viaje.
Las ciudades tienen un papel clave en este cambio. Algunas están invirtiendo en grandes proyectos verdes, como bosques metropolitanos, o apostando por la cultura, la innovación y la diversificación turística para no depender solo del "sol y playa". El objetivo es claro: que el turismo no expulse a los residentes, sino que mejore su día a día y conviva con sus necesidades reales.
A escala más amplia, regiones enteras están integrando los Objetivos de Desarrollo Sostenible en sus políticas turísticas, financiando infraestructuras más amables, fomentando la desestacionalización y usando el turismo como herramienta contra la despoblación rural. La clave está en medir no solo cuántos visitantes llegan, sino qué dejan a cambio.
Al final, el turismo regenerativo también propone cambiar nuestra mirada como viajeros. Preguntarnos de dónde viene lo que consumimos, a quién beneficia nuestro gasto o cómo podemos integrarnos mejor en los lugares que visitamos. Viajar menos deprisa, con más conciencia y con la idea de que disfrutar y cuidar no son conceptos opuestos. Porque quizá el futuro del turismo no pase por viajar más, sino por viajar mejor. Y entender que dejar huella no siempre tiene que ser algo negativo: también puede ser una forma de mejorar un poco el mundo, destino a destino.












