Volkswagen crea el primer coche que pide dinero extra para darte más velocidad
De todas las ideas que podían cogerse de los videojuegos, Volkswagen ha elegido la peor: los DLCs.
Volkswagen ID.3
Hubo un tiempo en el que comprar un coche significaba algo muy sencillo. Entrabas al concesionario, elegías el modelo, el motor, quizá algún extra, firmabas los papeles y te ibas a casa sabiendo exactamente qué habías comprado. Hoy, en plena era del coche conectado, esa certeza empieza a diluirse, y el automóvil se parece cada vez más a un videojuego moderno lleno de contenidos bloqueados.
2025 acaba con una práctica de Volkswagen que va a ser difícil de ignorar. Algunos de sus coches eléctricos, como el Volkswagen ID.3, esconden potencia extra en el motor que no está disponible por defecto. No porque el coche no pueda darla, sino porque el software decide que todavía no la mereces. Para desbloquearla, toca pasar por caja.
La escena resulta inquietantemente familiar para cualquiera que haya jugado en los últimos años a videojuegos para móvil o consola. Compras el juego, lo arrancas por primera vez y, de repente, descubres que los personajes más interesantes, las mejores armas o las habilidades más potentes están ahí, visibles, pero bloqueadas. Puedes seguir jugando, sí, pero la experiencia completa tiene un precio adicional. En el caso del coche, la diferencia es que no hablamos de una skin, ni de un gesto estético, sino de caballos de potencia reales, físicos, ya instalados bajo el capó.
Volkswagen ID.3
Volkswagen defiende que el sistema ofrece flexibilidad y que no hay impacto en la seguridad, el seguro o la homologación del vehículo. Técnicamente, el coche ya está preparado para ofrecer ese rendimiento. El desbloqueo es solo una cuestión de software. Precisamente ahí es donde muchos conductores sienten el conflicto. Resulta difícil no preguntarse por qué algo que forma parte del vehículo desde el primer día se convierte en una función de pago, como si el coche fuese una plataforma en evolución constante y no un producto cerrado.
Este enfoque encaja con una tendencia cada vez más clara en la industria tecnológica. Todo tiende a convertirse en servicio. Pagamos por usar programas, por acceder a funciones avanzadas y por mantener activos productos que ya hemos comprado. El problema aparece cuando ese modelo salta del entretenimiento digital al mundo físico, y empieza a afectar a elementos tan básicos como la potencia de un coche.
Quizá estemos asistiendo al nacimiento de una nueva normalidad, en la que los coches se actualizan como un videojuego y desbloquean funciones como si fueran contenido descargable. O quizá este sea el punto en el que muchos usuarios decidan que hay límites que no merece la pena cruzar. Porque una cosa es aceptar microtransacciones en un juego, y otra muy distinta encontrarlas al pisar el acelerador camino al trabajo.
Luis J. Merino
Técnico de sonido, melómano y amante de los dos...Técnico de sonido, melómano y amante de los dos pilares fundamentales del entretenimiento: cómic y videojuegos. Escribiendo sobre ello desde los 19 años, he pasado por medios como Guía del Ocio, Game40, Elpais.com y ahora en Los40.com, donde sigo haciéndolo con el mismo gusto y pasión que el primer día.