¿Los peces sienten? Esto es lo que dice la ciencia
La evidencia científica indica que los peces no sólo reaccionan a estímulos físicos, sino que pueden experimentar dolor, lo que está impulsando cambios en leyes y prácticas de pesca. Y lleva a una reflexión ética.
La capacidad de sentir de los peces, a examen. / Giordano Cipriani
Cada año se capturan en el mundo miles de millones de peces. Tantos, que se miden en toneladas, y no en unidades. Y la mayoría, bajo prácticas que no contemplan su posible sufrimiento. Pero, ¿pueden estos animales acuáticos sentir dolor de verdad? En las últimas décadas, la comunidad científica ha acumulado evidencias crecientes que sugieren que sí. Peces de distintas especies cuentan con nociceptores —receptores sensoriales capaces de detectar daño físico— y muestran respuestas fisiológicas comparables a las de mamíferos y aves cuando son sometidos a estímulos dolorosos.
Estudios recientes, como el publicado en 'Smithsonian Magazine', han demostrado que, al igual que nosotros, los peces no solo reaccionan al daño con reflejos: pueden manifestar cambios en su comportamiento, evitar lugares donde sufrieron la agresión o rechazar alimento. Un experimento con truchas arcoíris inyectadas con un ácido mostró que frotaban sus labios contra las paredes del tanque, un gesto de malestar que desaparecía al administrarles analgésicos.
Mucho más que reflejos
Aunque los primeros estudios hablaban solo de nocicepción (detección de estímulos nocivos), investigaciones posteriores han encontrado que los peces poseen también una red nerviosa compleja. Esto es: sistema nervioso central, neurotransmisores similares al de mamíferos, condiciones que permiten una experiencia sensorial comparable al dolor. Un consenso creciente entre biólogos y etólogos sostiene que los peces sienten dolor, aunque de modo diferente al humano, y que sus respuestas incluyen también un componente emocional, tal y como publicó en este artículo el prestigioso diario británico 'The Guardian'.
Los peces sienten, asegura la ciencia. / Carbonero Stock
Y aquí viene lo que muchos consideran un dilema ético: si aceptamos que los peces sienten dolor, las prácticas tradicionales de pesca, como el anzuelo, el sacrificio por asfixia o la exposición prolongada, representan un serio problema.
La ciencia parece estar del lado de quienes defienden la sensibilidad de estos animales
Algunos países ya han empezado a adaptarse. Leyes como la británica 'Animals (Scientific Procedures)' reconocen la necesidad de evitar o aliviar el dolor en peces usados para investigación, lo que abre la puerta a regulaciones más estrictas en pesca, acuicultura y comercio. En ese sentido, algunos expertos recomiendan aplicar el principio de precaución: tratar a los peces como si pudieran sufrir, una postura que ya empieza a transformar normativas y protocolos de sacrificio.
El debate sobre los peces pone sobre la mesa (y nunca mejor dicho) algo más que biología: implica revisar nuestras costumbres alimentarias y la idea de que solo los mamíferos merecen compasión. La ciencia parece estar claramente del lado de quienes defienden su sensibilidad. Ahora nos toca decidir si esa evidencia basta para cambiar nuestras prácticas y reconocer que, bajo el agua, también hay quienes sienten dolor.