Skate Story: patinar en el infierno es la única forma de encontrar algo parecido a la libertad
Un indie diferente y muy absorbente que limpiará tu mente entre partidas largas.

Skate Story
Hay videojuegos que entran por los dedos y otros que entran por la cabeza. Skate Story pertenece con claridad al segundo grupo. No porque renuncie al placer mecánico —al contrario—, sino porque utiliza el acto de patinar como lenguaje. No estamos ante un “juego de skate” al uso, sino ante una experiencia que usa el skate como metáfora de identidad, sacrificio y tránsito. Y en PS5, con su pulido audiovisual y respuesta precisa, ese discurso se vuelve especialmente tangible.

Skate Story

Skate Story
La premisa es tan sencilla como extraña: somos un demonio hecho de vidrio y dolor, condenado a patinar por el inframundo para cumplir una misión imposible. Desde el primer minuto queda claro que Skate Story no quiere explicarse demasiado. No hay tutoriales largos ni cinemáticas expositivas. El juego confía en el jugador, y eso ya marca el tono: aquí se aprende cayendo, repitiendo, insistiendo. Como en el skate real. Como en la vida.
Patinar como único acto existencial
El control se apoya en la inercia, el equilibrio y la lectura del espacio. No se trata tanto de memorizar combos como de sentir el peso del cuerpo y el ritmo del escenario. Cada superficie, cada curva, cada salto exige atención. El error no se castiga con frustración, sino con una especie de aceptación: caer forma parte del proceso. Esta filosofía impregna todo el diseño, desde los desafíos hasta la progresión.
LOS40
LOS40
En PS5, el mando aporta una sutileza que encaja muy bien con esta propuesta. La respuesta es inmediata, y la sensación de deslizamiento está muy bien calibrada. No hay realismo extremo, pero sí coherencia física.

Skate Story

Skate Story
Visualmente, el juego es hipnótico. El inframundo que recorremos no es un lugar de fuego y caos, sino un espacio abstracto, melancólico, casi minimalista. Colores saturados, geometrías imposibles y una cámara que sabe cuándo acercarse y cuándo dejar respirar la escena. Hay momentos que parecen cuadros en movimiento, otros que rozan lo onírico.
La música acompaña sin imponerse. Electrónica suave, a veces inquietante, a veces contemplativa, que refuerza esa sensación de estar atrapado en un viaje interior más que en una misión épica. El sonido de las ruedas, los impactos, el silencio entre trucos… todo está medido para crear atmósfera.
La historia que esperas de un juego de skate en el infierno
Quien busque una historia clásica, con giros claros y personajes bien definidos, puede salir decepcionado. Skate Story cuenta su relato de forma indirecta, casi tímida. Pequeños diálogos, símbolos recurrentes, objetivos que parecen más emocionales que argumentales. Pero ahí está la clave: no se trata de entenderlo todo, sino de sentirlo.
El juego habla de esfuerzo, de identidad, de repetición y cambio. De avanzar, aunque no sepamos muy bien hacia dónde. Y lo hace sin subrayados, sin moralejas explícitas. Es un título que respeta la interpretación del jugador, algo poco habitual en este medio y, precisamente por eso, valioso.
No es un juego para todo el mundo, pero eso está bien. Quien espere la adrenalina constante de un arcade puede encontrarlo limitado. Pero para quienes disfrutan de experiencias con personalidad, parcialmente contemplativas, de juegos que se atreven a ser raros, Skate Story será un acierto.Skate Story no es solo patinar: es un destino incierto, un viaje con paisajes imposibles y un juego directo con una sensibilidad mecánica que atrapa. Por 20 euros, nuestra recomendación de compra debe quedar cristalina.
Luis J. Merino
Técnico de sonido, melómano y amante de los dos pilares fundamentales del entretenimiento: cómic y videojuegos....












