Mark Knopfler regala su música a los oyentes de M80 Radio en Barcelona
Vino, tocó y se marchó. Mark Knopfler desapareció de Barcelona con el mismo sigilo con el que llegó.
El cantante de Glasgow aterrizó en Barcelona el pasado domingo por la tarde. Al llegar se sintió indispuesto, un principio de bronquitis hizo que anulara sus entrevistas -incluida la de los40.com- así como su visita al estadio del F.C. Barcelona para ver como el equipo local empataba a duras penas contra el Osasuna. Su manager y el resto de la banda si que acudieron al campo. Ya el día del concierto M80 Radio le regaló una camiseta del Barça que Mark Knopfler supo agradecer con una timidez huidiza.
A las 5 y 20 minutos, con el retraso pertinentes de esos 20 minutos, apareció en el escenario ?el hombre de negro?, ¿cuántas camisetas de ese color guardará en su armario? Vaqueros oscuros y cinta en el pelo ?esto último se lo imagina quien escribe, su etapa Alchemy con los Dire Straits marcó la generación de los 80- son, junto con su guitarra, sus armas de escenario. Tras saludar tímidamente a sus fans, todos ellos sentados cómodamente en el suelo esperando como niños que el profesor les lea un cuento antes de dormir, Mark Knopfler atacó con el primero de los temas de la tarde What it is, el single de su anterior disco en solitario Sailing to Philadelphia.
Cinco músicos en escena acompañaron al artista británico, un Mark Knopfler que desde hace unos años carece de esa flema patria y da rienda suelta a su gran pasión, la de bucear en las profundas raíces de la música americana. Precisamente el segundo tema que interpretó fue Quality Shoe, un homenaje sentido a unos de los grandes compositores de la música tradicional americana Roger Miller, el creador, entre otras, de la canción King of the road, tema rescatado recientemente para un anuncio de televisión.
LOS40
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El tercer tema, y último de su mini show, fue la canción Why aye man. El primer single de The ragpicker?s dream, un disco que si va como el anterior venderá 3 millones largos de álbumes en todo el mundo. Durante este tema quizá se notaron más las cadencias yanquies de su nuevo trabajo, arropado en escena por un violín y una contundente batería fue la canción más movida de la tarde.
Su tibio semblante escénico, en parte (en buena parte) por la indisposición que sufría, hizo que existiera poca conexión con el público presente. A veces, en esos solos de guitarra donde pellizca las cuerdas como ningún otro sabe ni puede hacer, ponía cara de que su mujer le hubiera encargado algo del supermercado y no se acordara que le había pedido. Pero aunque Mark Knopfler no tuviera la cabeza allí ?insisto, con la bronquitis que llevaba es de agradecer que no suspendiera la actuación- su presencia de gran gurú de la guitarra, y compositor de muchos temas de incalculable valor para la historia de la música, fue suficiente para ver disfrutar a sus fans como nunca. Y es que el privilegio de sentirse tan próximo a su Knopfler fue una experiencia que tardarán en olvidar.
El artista se marchó raudo y veloz en su Mercedes con dirección al hotel. Mañana viajará a Madrid y no hay tiempo que perder. Eso sí, antes de perderse en el tráfico barcelonés firmó multitud de autógrafos y aprovechó para guardar en su bolsa una preciada botella de vino tinto, Muga Reserva, con la que un fan entrado en añitos ha querido agradecerle su paso por Barcelona. Brindemos por ello.












