'The Boss', crónica de un éxito anunciado
Bruce Springsteen arrasó en directo a su paso por el Sant Jordi de Barcelona
Al pisar el Palau Sant Jordi uno tenía la sensación de que lo que iba a acontecer esa noche tendría como máxima protagonista a la música. Un escenario simple, arropado por un telón negro de fondo, un juego de luces discreto para la talla de un artista como El Jefe, y dos minúsculas pantallas de plasma en los laterales para apreciar lo inapreciable en un recinto como el Sant Jordi, hacían presagiar un concierto donde el principal protagonista, sin ninguna duda, sería el rock n? roll.
Raras veces el último disco de un artista que lleva en esto más de 25 años es la columna vertebral de su concierto. Normalmente suelen tocar un par de temas o tres y lo demás, una colección de hits nostálgicos para tener contento a los treintañeros que han venido a verle. Eso no pasa con Springsteen. Bruce pelea en directo con The rising como si fuera lo mejor que ha hecho en su vida, ¿y es que acaso no lo es? Porque The rising es un disco lleno de canciones completas, singles claros ?eso que tanto gusta a las radios-, es un álbum conceptual ?con un hilo argumental definido- y además lo toca con la E Street Band, argumentos suficientes para pensar que es uno de sus mejores álbumes. Por eso Springsteen le reserva un papel principal en su directo, la primera hora de su show está llena de su nueva criatura.
La spreengstiana Waitin' on a sunny day, la divertida Mary's, Place, la altamente comprometida Empty sky ?donde el artista rogó, además en catalán, un respetuoso silencio para la mejor comprensión del tema- y el que será su nuevo single Worlds apart, fueron las canciones más celebradas de la primera parte del show.
Tras esa hora larga de The rising, Bruce fue enarbolando uno a uno los éxitos que le han erigido como lo que es, el Boss. Sería largo, muy largo enumerar todos los éxitos que interpretó, acabaríamos antes si dijéramos que se le acabó el repertorio y por eso se tuvo que ir: Born to run, Born in the U.S.A. ?con una breve introducción política del tema-, The river... Por cierto, qué lástima que no sacara a ninguna chica del público a bailar en la conocida Dancing in the dark, como suele ser habitual en todos sus conciertos (¿tendrá algo que ver que su mujer esté en el escenario con él?).
Y así hasta las casi tres horas de concierto, aquello no se acababa nunca, y las 18.000 personas largas que presenciaban el show eran las primeras en no desear que aquello llegara a su fin. Y es que a estás alturas de película no sé si deberíamos preguntarnos sobre el aguante de el Boss en escena o sobre la infinita energía de sus seguidores. Las gargantas de los 18.000 no dejaron de sonar ni un instante, Bruce lo agradeció con la mejor de sus armas: el rock n? roll.
El paso del jefe por Barcelona dejó claras tres cosas fundamentales: primero que nuestro país sigue estando en su agenda, se lo pasa tan bien; segundo, que la solidez y maestría de su nuevo disco hace presagiar que Bruce estará con nosotros más tiempo que Informe Semanal en La Primera; y tercero, y no por ello menos importante, que sigue siendo el mejor a la hora de decir aquello de "One, two, one, two, three, yeah...".
Momentos antes del show. ... Y al final hablamos con él, con Bruce
Bruce quizá no disfrutó de su estancia en Barcelona todo lo que hubiera deseado. Se palpaba en el ambiente. El hecho de que no saliera de su hotel en todo el tiempo que estuvo en la ciudad condal, según su compañía discográfica Sony Music, indica que el cantante vino con cierto miedo de encontrarse en país extraño, y que todavía le dura la psicosis del americano que ha visto tambalear la hegemonía de su país en manos de los terroristas. Y es que no es normal que un hombre que siempre que viene a España disfrute paseando por las calles de las ciudades que visita, hacer turismo, y tomar contacto con su público firmando autógrafos en todo lo que caiga en sus manos, y en esta ocasión no salga del hotel para nada.
Los medios de comunicación esperamos en la puerta de carga y descarga del Sant Jordi por espacio de más de una hora antes de que viéramos aparecer primero, un Mercedes verde (4:35 pm) con Bruce y Patti Scialfa, su mujer, dentro; y media hora más tarde a la persona de la discográfica que nos decía que Bruce estaba preparado, que podíamos pasar. La consigna por parte de los mánagers que acompañan al artista era clara y estricta, una pregunta por persona. Una batería de cámaras de televisión y un arsenal de micrófonos se apostaron en uno de los laterales del escenario donde Bruce estaba dando las últimas indicaciones a sus camaradas de escenario, tras una prueba de sonido satisfactoria por parte de todos, técnicos y banda, El Jefe estaba preparado para contestar.
Con actitud tranquila, Springsteen se sentó en un taburete eficientemente habilitado por la gente de producción y con un Hi guys! educado, se dispuso a ser interrogado. Casi todas las preguntas versaron sobre los ataques terroristas que sufrió Estados Unidos, el famoso 11 de septiembre, y cómo eso influyó en The rising, el nuevo disco de el Boss. Comentó que actualmente el mundo está sumido en un gran caos como consecuencia del profundo dolor que está causando el terrorismo, y que la gente se está refugiando otra vez en la música, está volviendo a ella para paliar el dolor que sufre, como si ésta actuara de catalizador del sufrimiento para intentar paliarlo en la medida que se pueda.
Del porqué había elegido la ciudad de Barcelona para dar uno de los conciertos de su gira europea, apeló a su memoria histórica para rociar con una retahíla de tópicos el ego, en este caso, de los barceloneses. El público español, del que dijo es uno de los más candorosos del planeta, fue la baza más importante para volver a elegir Barcelona como una de las ciudades de su gira europea. También destacó la comunidad que existe con un público que siempre ha demostrado estar entregado a su música.
Una de las preguntas obligadas fue: ¿Cómo te sientes con tus viejos amigos de la E Street Band en el escenario? "Estos tíos son geniales, nos lo pasamos en grande. Nos conocimos hace 23 años y volvemos a estar juntos para recordar parte de nuestra historia, ellos son parte de mi historia. Participamos juntos en este nuevo disco de una manera muy especial, lo han hecho suyo y eso se nota en el escenario. La verdad es que estamos pasando un momento muy dulce, todo es adorable, muy bonito", comentó.
El jefe se marchó tras el interrogatorio a refugiarse en su camerino donde le esperaba una buena botella de vino tinto y el jamón de Jabugo que tanto le gusta. Y a esperar, a esperar a que llegaran las 9 de la noche y que se tuviera que subir al escenario para dar un show más, o uno muy especial, porque también confesó sentirse nervioso en los momentos preliminares a su actuación barcelonesa. Y es que hasta el Boss se pone nervioso, difícil de creer, pero cierto como la vida misma.
