Especial
Burbujeante pop en directo
Tres músicos acompañaron a Alex Olmedo en su <i>show</i> en el Café-Teatro Pícaro de Toledo la noche del viernes pasado
Las grandes bandas y/o artistas no siempre tocan en estadios llenos de fans que enarbolan mecheros en los temas lentos. En algunas ocasiones, los buenos artistas se esconden bajo nombres que sólo unos pocos conocen y presentan sus directos en salas de reducido tamaño. Éste es el caso de uno de los últimos conciertos de quien podríamos tildar como formación revelación de este año: La Naranja China.
El pasado viernes 25 de octubre, Alex Olmedo (alma mater de La Naranja) captó a los congregados en el Café-Teatro Pícaro de Toledo. Él y una banda formada por guitarra-bajo-batería lograron transmitir el espíritu encerrado en su álbum debú, una obra homónima que lleva ya unos meses en el mercado sin que la masa la reconozca como propia (para su desgracia).
El cuarteto demostró que cuando hay materia prima para hacer mover los pies al respetable da igual que pocos o muchos conozcan tus canciones. Sobre unas bases pregrabadas el cuarteto recreó el espíritu popie de un producto que recuerda a Beck, a algún corte de Garbage y que, incluso, para quedarnos en casa, trae aires de Piratas.
En vivo se nota que Olmedo es un hombre que no es la primera vez que toca delante del público (el ser ex de bandas como Tónicos, If y habitual en la sombra de muchos nombres famosos le ha servido para aprender): la energía fluye de su guitarra y su garganta. Lo que sí se descubre aún en su puesta en directo es que toda experiencia la ha vivido prácticamente desde un segundo plano y, eso, a veces, se le notaba a la hora de animar a unos espectadores más bien fríos (salvo excepciones).
Sin duda, hubo dos momentos en la velada toledana de La Naranja en los que más o menos todos los asistentes se dejaron llevar por un estribillo que les sonaba: el del sencillo presentación del álbum de la formación, Amor. Su primera escucha llegó tras abrir el show con Con los pies en el aire y seguir con 5 amantes, Mi morena y Una posiblidad.
El corte sonó con fuerza, pero limpio, desarropado de la mayor parte de los arreglos que se escuchan en el CD. Daba gusto oir una canción desnuda, pero envolvente. La oportunidad de volver a escucharla llegó en los últimos minutos del concierto, cuando la banda quiso dar por concluída su actuación. Reconocible fin para un proyecto casi desconocido (¡lo que se pierden muchos!).