Barcelona Superstar
El Palau Sant Jordi sucumbe ante el espectáculo y la fuerza de Shakira

La torrencial lluvia que cayó en Barcelona a lo largo de todo día no mermó los ánimos de los más de 16.000 asistentes al concierto que prácticamente abarrotaron el recinto. Sobre las 8:45 pm saltó al escenario una banda telonera que no estaba anunciada en ninguna parte. Por no estar no estaban ni en los carteles, ni en las entradas, ni en los boletines de prensa. Se trata del quintento Kinky, de Monterrey (México), que coincidieron con Shakira en la pasada entrega de los MTV y fueron invitados por la artista para que la acompañaran en varios de sus conciertos. En sus veinte minutos de gloria tocaron una mezcla de rock electrónico, música industrial y alternativa.
Pasadas las 10 de la noche, la oscuridad se adueñó del interior del Sant Jordi, el griterío del público llegó a límites ensordecedores y del escenario surgió una gigantesca cobra verde abriéndose paso en medio de humos y efectos especiales. De este carnaval multicolor emergió Shakira, la primera superestrella del rock mundial con pasaporte latinoamericano, enfundada en pantalones y top negros, quien no tardó en arrancar los primeros quejidos de euforia del público, con sus irresistibles movimientos circulares de cadera en el tema Ojos Así, que sirvió para romper el hielo.
Shakira demostró tener dotes camaleónicas a lo largo de todo el concierto, no sólo por sus cuatro cambios de vestuario en menos de dos horas, sino para la facilidad y precisión con la que pasea su voz de un lugar a otro de la escala sonora. Gran parte de la efectividad de sus show se basa en el espectacular escenario construido para el Tour de la Mangosta, ya que, al igual que ella, éste no deja de sorprender al público con constantes cambios de estructuras, juegos de luces, superficies que se iluminan con los pasos de la artista , y vídeo clips a pantalla completa que lanzan mensajes de amor y paz mientras la cantante se cambia de ropa para afrontar un nuevo tramo del concierto, siempre más enérgico que el anterior, con el ritmo de la noche siempre en lo más alto.
Shakira presentó gran parte de los temas incluidos en Laundry Service junto con algunos éxitos de álbumes como Pies Descalzos y ¿Dónde están los ladrones?. La cantante hace gala de una sinceridad y honestidad abrumadoras, y su cercanía con el público es constante y recíproca. Si hace dos semanas en el Madison Square Guarden le comunicaba al público su emoción de poder tocar por fin en ese mítico escenario neoyorquino, anoche en el Sant Jordi dejó claro que su concierto en Barcelona era el primero de su carrera artística que daba en Europa y que estaba feliz de poderlo hacer en la capital catalana. Aunque Shakira ha hecho presentaciones promocionales tanto en Barcelona como en Madrid, éste era su debú oficial con banda al completo y como parte de una gira oficial.
En el tema Rules Shakira se arriesgó a tocar la batería. La noche se llenó de rock con la interpretación de piezas como Dude looks like a lady (de Aerosmith), Back in Black (de AC/DC), y los solos de guitarra abundaron en Octavo Día. Shakira insistió que su política es la del amor y la música, y que en este mundo faltan líderes de amor, en clara alusión (apoyada en elementos audiovisuales) a la guerra que se prepara contra Irak.
El denominado Tour de la Mangosta que lleva a Shakira por Colonia, Londres, Barcelona y gran parte de Estados Unidos, bien podrá convertirse en unos años en el Tour del Camaleón, por las múltiples facetas de la cantante, o quizás en La Gira del Licántropo, porque esta pequeña artista de caderas impacientes, de ritmos atrevidos, de voz imposible, que triunfa en inglés, español y portugués, y que está a punto de comerse el mundo de un bocado, despide fuego en su mirada, canta, susurra o aulla -según se tercie- y es todo un animal salvaje sobre el escenario. Quizás nos ha llegado la hora de la revelación, el momento de conocer el lobo que se esconde detrás de esa tersa piel de cordero besada por el sol enloquecedor del Caribe colombiano.