Vuelta a los orígenes
Blur presentó en Madrid el viernes 11 de abril su nuevo trabajo <i>Think tank</i> en un excelente <i>show</i> que quedó oscurecido por la "espantada" de Damon Albarn en los bises
El pasado viernes 11 de abril Blur presentó en un show privado en Madrid su nuevo trabajo discográfico Think tank. Durante la larga hora de espectáculo hubo tiempo para saber más de sus nuevos pasos en la industria discográfica, recordar viejos clásicos de épocas pasadas y conocer el lado más infantil del líder de la banda británica, Damon Albarn, que no eclipsó una noche especial por el formato del concierto, el reducido número de público y el entorno: una bonita sala de la Real Fábrica de Tapices de Madrid.
Parece mentira lo rápido que puede cambiar la concepción que podemos tener de las cosas. Cuando todo parecía hacía ver que estábamos ante un acontecimiento irrepetible, con un público más que entregado ya en los bises tras varias canciones con Damon Albarn cantando entre sus fans, algún gracioso robó dos pulseras que el líder de la formación llevaba puestas. Damon Albaran se enfurruñó como un niño pequeño (sus palabras textuales fueron: "Quien tenga mis pulseras que me las devuelva. No voy a hacer más música, no voy a tocar más aquí, mierda de españoles, joderos todos los españoles") y se marchó al camerino dejando al resto de la banda sin saber qué hacer sobre el escenario. Al poco rato y viendo que el ladrón no devolvía las pulseras, una persona de la organización dio por finalizada la actuación del trío.
Y es que en un concierto en el que dieron fiel repaso de toda su discografía, desde los primeros éxitos como Beettlebum o Boys & girls hasta los temas que componen su aún no estrenado nuevo CD, Think tank, como el sencillo Out of time, la larga hora de show quedó oscurecida por una pequeñez. Albarn dejó claro una vez más que es un monstruo del escenario, de esos que saben transmitir cantando, tocando su guitarra o un pequeño órgano e, incluso, riéndose de sí mismo con los allí congregados, que estaban encantados de ?haber descubierto la anunciada ?secreta? fiesta de la banda?.
Sin embargo, tal y como dice el refrán, hay ocasiones en las que es mejor que uno no ofrezca la mano por si a alguien le da por cogerte el brazo... o la pulsera, como le sucedió al rubio que en su día se atrevió a meterse con los hermanos Gallagher.
De poco o nada sirvió que tocaran casi una veintena de temas o que se trajeran desde las islas la compañía de un percusionista, un teclista, tres personas en los coros y de un Simon Tong (ex The Verve, ex The Shining, que apenas se inmutó entre canción y canción) para sustituir a Graham Coxom en la guitarra. Al final, todo el público se fue a casa con la sensación de que el cantante todavía no ha madurado lo suficiente.
La puntilla de la velada la puso pues el líder de la formación que, paradojas de la vida, se había pasado el concierto tirándose al público y dándoles la mano, cuando dijo que no cantaría más hasta que ?el que le había robado su pulsera se la devolviese?. Por supuesto, cuando ya se intuía que al espectáculo le quedaban tan sólo unos guitarrazos y algún que otro salto, al ?pérfido? ladrón no le dio por devolver tan preciado amuleto y el grupo zanjó una noche en la que la energía apática de la banda pudo ser grande y se quedó en nimia.
Menos mal que, entre risas y enfados por la actitud del fan y de Albarn, aún nos quedan en el recuerdo instantes del inspirado e íntimo show como los dos minutos exactos de Song 2, la primicia de su nuevo álbum que apunta ser grande y la mayor parte del concierto que fue excelente. Tendremos que perdonar a Damon porque, de vez en cuando, no sólo regrese a épocas pasadas de la historia del R&R, sino también , de su infancia.