Especial
Un festival perfecto
The Stooges, The Cramps, Steve Earle y Ray Davies comandan la segunda edición del festival, que reunió el fin de semana en Vitoria a cerca de 15.000 personas bajo una organización que rozó la perfección
La segunda edición del Azkena Rock Festival rozó la perfección: por la calidad de las bandas, por las dimensiones del evento (tanto por su ubicación como por el número de grupos, ni muy grande ni muy pequeño) y por la perfecta organización. El salto dado dede su inauguración como festival el año pasado (en un aforo de 1.000 personas) a un festival de formato medio (el ideal) se ha hecho de una manera natural sin que sobresalieran las carencias típicas en un paso de gigante como éste. Ojalá que no le suceda como al desaparecido festival riojano Serie B de similares propuestas artísticas, centradas en el rock & roll.
El rock como nexo de unión entre los veinte grupos programados, tanto veteranos como principiantes. El rock como columna vertebral que no aburrió ni un segundo por la mezcla de estilos: del pop melódico de Teenage Fanclub al country de Jason Rigenberg; de la high energy de The Stooges al stoner rock de Hermano, pasando por la psicodelia de The Jeevas, el punk de The Dictators o el rock repleto de fuzz de The Cramps. Ni una maquinita: bajo, guitarras y batería. Las canciones homenaje a Johnny Cash, fallecido la mañana del viernes que comenzó el festival, ilustran los derroteros del evento: bandas tan dispares como The Cramps, Ray Davies, The Jayhawks o The Jeevas, entre otros, rindieron pleitesía al Hombre de negro.
La reunión de The Stooges más de 30 años después de su separación fue el gancho suficiente para que la organización cambiara de recinto ante la compra de entradas en avalancha. Iggy Pop y los hermanos Asheton fueron también una avalancha. Ver a un lado del escenario durante su actuación a Lux Interior de The Cramps sacando fotos con su cámara de tres dimensiones, flanqueado por su inseparable Posion Ivy y Dick Manitoba de los Dictators, todos boquiabiertos, es una buena muestra de lo que ocurrió. ( Y eso que Lux Interior apenas unos minutos antes había hecho jirones su traje de vinilo negro sacado del más ínfimo sex shop, dejando su culo al aire, mientras relamía la bota de la con los años más morbosa guitarrista Posion Ivy).
Aunque es cierto que la realidad nunca supera al mito creado con los años (la mitología rockera es tan excesiva siempre), la descarga de los de Detroit fue de aúpa. Repasaron casi íntegros los dos primeros álbumes de la banda: The Stooges (1969) y Fun House (1970). Ron Asheton a la guitarra, su hermano Scott a la batería, y la incorporación de Mike Watt al bajo, con la ayuda en algunas canciones del saxo de Steve MacKay (el original de Funhouse) descargaron la poderosa descarga sonora de la que tanto habíamos leído y escuchado. Un muro de sonido hipnótico y brutal. Al frente, Iggy Pop se retorcía como un demonio, aullaba a la audiencia como un animal con su profunda voz: Loose, Down on the street, Fun House (la mejor sin duda), I wanna be your dog, 1969, Real cool time, TV Eye, Dirt, No fun, 1970, Not right, Little doll y una revisión con saxo como bis de I wanna be your dog fueron suficientes para ver y escuchar la salvajada de la que habíamos leído tantas veces. Una pena que no hubiera ningún recuerdo al tercer y último disco de la banda: Raw Power (1973).
Y más salvaje todavía fue la actuación de The Cramps unos instantes antes. Lux Interior y Poison Ivy, que no publicaban nada nuevo desde 1997, presentaban Fiends of Dope Island, su nuevo álbum. Con un repertorio basado en sus revisiones de las enormes reliquias de los 50?s y 60?s, plagadas de fuzz, actitud y una estética que nadie podrá superar nunca, su gran show repasó las canciones que los han hecho grandes: Psychotic reaction, It thing hard on y Apache sonaron demoledoras. Todo acabó como el Rosario de la Aurora, con un Surfin? bird, que sirvió para que las nuevas generaciones conocieran de primera mano lo que vale el peine de los abuelos de The White Stripes.
Steve Earle actuaba en España por vez primera (sin contar su visita hace unas semanas en solitario) junto a The Dukes. Repasaron la carrera discográfica del cantautor estadounidense, desde Guitar town (1986) a Ashes to ashes (2002), pasando por I feel alright (1996)y Trascendental blues. Un magnifico concierto de country rock, que gran parte del público no entendió, pero otro mucho sí. El respetable que no se marchó, fue recompensado por un bis estupendo y un solo de mandolina de Earle de caerte de espaldas. Desheredados, white trash en estado puro, forajidos interpretando la cara oculta de Estados Unidos.
Mención también para los conciertos de Teenage Fanclub, que repasaron su recién publicado grandes éxitos Four thousand seven hundred and sixty six seconds, en un show que los reafirma una vez más como la continuación natural de The Byrds y Big Star. The Jeevas, que pese a haber actuado en España unas cuantas veces este año siguen sin aburrir con su psicodelia, ahora mezclada con country. En breve publican su nuevo álbum, Cowboys and indians, del que adelantaron algunas canciones. Y The Cherry Valence, un quinteto con dos baterías, que mezcla a MC5 con el rock sureño y voces funk. Repasaron su dos únicos álbumes: The Cherry Valence (2001) y Riffin' (2002).