Cambio de ritmo
"Este chico, Alejandro Sanz, ha cambiado mucho, ¿no??. Me lo dice, apretando un poco los ojos, la quiosquera. Y es cierto que, con No es lo mismo, el artista abre una baza diferente, una más revoltosa e inconformista. Ya sabes: crítica al régimen castrista en Cuba (Labana); denuncia de la catástrofe del Prestige (Sandy, a orilla do mundo; aunque, ¡glups!, el diccionario gallego no contemple la palabra ?orilla?) y, en general, espíritu libertario ante la agresión del pensamiento único, léase política manipuladora o prensa rosa. ?No es lo mismo decir, opinar, imponer o mandar...?, canturrea una chica en la parada del bus, pero en su boca no suena amenazador, y tampoco en la de Alejandro. A pesar de los cambios, el hombre-fusa, el artista que más sílabas suelta por compás, sigue armando melodías talentosas a borbotones, según le vienen. Poemas de pop jondo (cuidado con la guitarra de Paco de Lucía en Regálame la silla donde te esperé) y juegos de palabras arropados, esta vez, con la ayuda de Lulo Pérez en la producción. A él se deben los arreglos de viento que adornan el single y otros detalles de buen gusto. Tampoco esconde Alejandro el creciente influjo panamericano, que lo lleva del bolero sentido (Eso), al hip-hop (Try To Save Your S?ONG), siempre con la colaboración de algunos de los mejores sesioneros del planeta. Con la dosis de insurgencia razonable para un artista multiventas, Sanz, efectivamente, ha dado un paso adelante, perdón por la expresión. Autor consagrado, rey del pop español y otras cosas, Alejandro cambia éxito fácil por libertad creativa. El giro no es brutal, pero sí significativo. No es lo mismo, que dista de ser su obra definitiva, compensa su irregularidad con buenas intenciones y mejores perspectivas. Ojalá quiera su público seguirle el ritmo; eso serían, como dice Michel, buenas noticias para el Madrid.












