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Torbellino 'non stop'
El duo de Sheffield presentó en directo en la capital los temas de su último trabajo discográfico, <i>Statues</i>
Ver a Moloko en directo es ver a la cantante de la formación, Roisin Murphy, ejerciendo de maestra de ceremonias y dejándose envolver por sus músicos (seis profesionales entre los que se encuentra el otro alma del grupo, Mark Brydon) y un halo de diva rocambolesca. No obstante, a los que esta afirmación les haga pensar que los británicos sobre un escenario tan sólo son una rubia guapa y poco más, es mejor avisarles y aconsejarles que sigan leyendo para sorprenderse.
El encanto de este grupo reside en que suenan como una gran banda (aunque en realidad tan sólo sean dos muy bien rodeados: batería, bajo, teclista-programador...) y, además, tiene una vocalista, que es un terremoto capaz de hacer casi cualquier cosa para que los ojos de su público no dejen de estar encima de su figura. De hecho, el glamour que desprende Murphy se dejó sentir nada más escucharse anoche en La Riviera la primera de la canciones que interpretaron los británicos. Mientras la banda se presentaba ante los congregados, la voz de Moloko se hacía oir tras un telón plateado iluminado con luces azules en los primeros compases de Familiar feelings, el sencillo adelante de su último álbum, Statues. De repente, y sin avisar, sus seguidores pudieron ver a Roisin luciendo escandaloso escote y antifaz metálico. La diva de la velada había hecho su aparición.
La rubia tiene una garganta espectacular y una mente tan divertidamente sana (muchos quizá no pensaran esto si la hubieran visto vestida con botas altas de cuero negro y gorra de idéntico material paseándose con poses marciales encima de las tablas gritando uno de sus nuevos temas, Come on), que asistir a uno de sus espectáculos debería estar prescrito facultativamente al menos una vez en la vida. Clásicos de la formación como Fun for me, The time is now, Sing it back o Day for night son píldoras contra la depresión que Murphy te mete en vena y no puedes más que dejarte llevar por el ritmo, a lo bestia. Electrónica psicodélica con toques jazzísticos para quitar las penas.