Nada de experimentos
La rumorología decía que este segundo disco de Alicia Keys marcaría una decidida apertura hacia el hip-hop. Pero alguien se asustó: cuando has vendido siete millones de discos del álbum anterior, como ocurrió con Songs in a Minor, el consenso es que los experimentos, ni con gaseosa. Posiblemente, se decidió que las colaboraciones ?al estilo de ese Streets of NY, hecho con Nas y Rakim, que circuló por Nueva York como vinilo blanco? se lanzaran oficialmente más adelante. Así, hasta Heart-burn, el tema producido por Timbaland, es funk-rock. En realidad, la joven cantante neoyorquina (el 25 de enero cumple 23 años) parece más cómoda hablando que rapeando: ahí está su seductora llamada telefónica de You Don?t Know My Name. The Diary of Alicia Keys se mantiene en su territorio preferido: el soul clásico, baladas y tiempos medios con coros femeninos; hasta su discurso amoroso suena prefeminista. El sonido es orgánico, con ambiente de grabando-todos-juntos-en-el-estudio: urge paladear If I Ain?t Got You o Diary, con Tony! Toni! Toné! Hay cuerdas en dos temas, pero usadas con bastante discreción. Así que hasta se agradecen las (pocas) salidas de tono: el sitar de If I Was Your Woman/Walk on By, la vocecilla manipulada de So Simple. Alicia Keys está al mando en casi todo el disco y eso puede suponer un problema: hacia el final (hay quince cortes), se siente cierto agobio por la repetición de fórmulas. Algo más de audacia y un poco de gimnasia rítmica evitarían que nos desilusionáramos demasiado rápido de la Ninfa Prodigiosa.












