Descubre el punk
Pink regresa proponiéndonos 'probar' de su extravagante medicina
EL PODER DE LA CATARSIS. "Después de cantar durante dos años Family Portrait me estaba secando emocionalmente. Decidí que me hacía falta divertirme". Sirva esta confesión de punto de partida para lo que supone Try this en la carrera de Pink, una jovencita de 24 años que ya ha conocido las mieles del éxito y que ha decidido tomar un camino más placentero en su tercer trabajo discográfico. Se trata de un CD menos personal, más desenfadado, más rockero y tentado por el punk, al que ya se dedicó en su adolescencia. Después del llanto, diversión.
Y es que esta chiquilla es una caja de sorpresas. Ya presentó su Missundaztood (2001) como una ruptura con Can't Take me Home (2000), su debú con 18 añitos. "Espero que este álbum sirva para sorprender a todos los que piensan que saben quién soy y qué tipo de música hago", dijo por entonces. Cómo interpretar el siguiente paso en la carrera de una persona que, para empezar, se hace llamar por un apodo (Pink es tomado de un personaje de Reservoir Dogs, de Quentin Tarantino, tras el que se esconde el nombre de Alecia Moore). Primero rhythym&blues, luego pop, hip-hop y dance, y ahora rock, punk californiano y hasta baladas.
¿Cómo se explica? Pues solamente hay que echar un vistazo a los créditos: la mayoría de las canciones de Try this han sido escritas por Pink con la ayuda del punk rocker de California Tim Armstrong (Rancid), y la participación de Linda Perry (4 Non blondes), Beck o el batería de los Blink 182, Travis Baker. Por si fuera poco, en el tema Oh my God, quinto corte del cedé, la artista independiente Peaches se presta al dueto. Con Armstrong, por ejemplo, entabló amistad durante la grabación de un vídeo de Transplants en Los Angeles ("compusimos 10 canciones en una sola semana. Me fui de gira con él y los Foo Fighters. Dormí en el micro con ellos y grabamos un montón de temas en la parte de atrás?, aclara). Ya se sabe, los amigos te los vas encontrando por la vida y, en esto de la música, además hacen sonar la caja registradora.
El primer single es Trouble, en la línea del pop festivo al estilo No Doubt que catapultó al éxito su Missundaztood, pero pasado por el filtro del guitarreo rockero de The Offspring, Green Day, Pennywise o, cómo evitarlo, Blink 182. No en vano, Travis Baker puso su granito de arena a esta primera entrega del retorno de Pink, así como en Try too hard, novena pista del álbum. Y cuando la hornada de intérpretes coetánea a nuestra rubia de Filadelfia (Christina Aguilera o Britney Spears, principalmente) se ha puesto el disfraz de la provocación, Pink ya venía escalando por el lado rebelde. ?Me iba a inclinar por el rock metálico, pero me pareció que no iba a funcionar?, bromea en su nueva redefinición artística. ?La última vez todos pensaron que estaba loca. Estaba cambiando de dirección, virando hacia otro estilo, y realmente no tuve el apoyo de los demás, no al menos hasta la mitad del camino que recorrió el álbum. Esta vez puedo hacer lo que se me ocurra?, y es cuando amaga con lo del metal y apuesta por los sonidos de garaje estadounidense.
El track list no flojea: God is a dj es un metafórico tema que amenaza con convertirse en todo un himno. Ella lo define como "una canción divertida, para bailar". Peaches irrumpe en la quinta pista con Oh my God, la que Pink bautiza como su "sex song". Catch me while I'm sleeping ofrece un receso de balada, pero Waiting for love rescata el rock a lo Led Zepellin. Incluso se atreve con una Love Song. La heterogeneidad hecha música en un solo disco. "Cuando tenía 15 años me prometí a mí misma que no me convertiría en una de esas artistas que se limitan a cantar canciones de amor que no creen ni ellas mismas", dijo una vez. Y vaya si lo mantiene. El colofón lo pone Hooker, el bonus track que cierra Try this y que es la única canción cuya letra no aparece en el libreto. Será porque, en un ataque de correctismo político, los tacos de sus canciones no quedan reflejados, sino que se sugieren con la primera letra y el resto lo cubren con asteriscos. Pues bien, siguiendo este esquema, la ruda Hooker hubiera dado la impresión de estar escrita en códigos ascii.
Así se presenta el último trabajo de Pink, alejándose del pesado esfuerzo interior que le causaba todo lo que se pareciera a Family Portrait: allí contaba que una vez dejó caer un vaso de leche, su madre se lo reprendió, su padre reprochó a su madre que le hubiera reñido y, de ahí, "la III Guerra Mundial", por lo que pedía perdón por dejar caer el vaso de leche. Un reflejo de su infancia desasistida. "No tenía un plan para Try this, sólo sabía que quería divertirme y no quejarme todo el rato", y para ello se puso a escribir... y también a escandalizar. La de Pensilvania se apuntó a la moda de los morreos con Kristanna Loken (la Terminatrix, mala malísima de Terminator 3) en Mónaco, durante los World Music Awards y después de que Madonna y Britney escandalizaran conciencias en la gala de los MTV Video Music Awards.
Presentado el disco (incluyendo la muy socorrida estrategia del escándalo), Pink comienza en 2004 una gira por Europa con una veintena de shows cerrados, desde el 19 de enero en Dublín al 31 de febrero en Glasgow. Y ninguno de ellos en España. Sus fans españoles tendrán que conformarse con escuchar enlatado su Try this que, aquí viene el consuelo, incluye un DVD cargado de fotografías y el videoclip de Trouble, donde se lía a mamporros al estilo Bud Spencer en el lejano Oeste como una especie de abanderada de la androfobia. Será porque Pink, entre tanto inconformismo consigo misma, vuelve pegando fuerte.
