Cante barriobajero
En los primeros años ochenta había una extraña conexión entre el rock duro y la rumba. Aparte de coincidir en la crudeza de su sonido, ambas tendencias sentían debilidad por las historias sórdidas de la marginalidad: mientras Los Chichos rendían pleitesía a El Vaquilla, Obús relataba las hazañas de un personaje que era ?el que más,levantando un coche, tirando de un bolso, pasándote costo ??. Ese antiguo contraste revive en el tercer disco de Estopa. Los hermanos Muñoz alternan, con precisión casi matemática, zarpazos de rock duro (Fin de semana, Estrella fugaz) y rumbas añejas (Cuando cae la luna); en ocasiones, juegan con cambios de ritmo para pasar de un estilo a otro en la misma canción (Necesito medicación). Lo fascinante es que la mezcla funciona en un disco que, sobre todo, habla de amor. Sólo ellos pueden decir cosas como ?si me cruzo de cara con ella parece que se apaguen todas las estrellas? o ?la vida no es igual si no puedo morirme en tu regazo, no tuviera yo esa suerte ?, sin que resulte cursi o rancio. Y lo logran porque cantan desde las vísceras. Al margen de referencias anecdóticas a la ?vida insana?, en las que se copian a sí mismos, los Estopa se consolidan como unos maestros de la dulzura áspera, del romanticismo de extrarradio. ¿La calle es tuya? posee los atributos de un buen disco de rock: nervio, actitud y sentimientos primarios. No se puede pedir mucho más.