Prohibido prohibir
Bushido son Enrique Bunbury, Shuarma (líder del grupo Elefantes), Carlos Ann y Morti (ex Fantástico Hombre Bala)
EL OTRO 'GRAN HERMANO'
Enrique Bunbury. Shuarma, líder del grupo Elefantes. Carlos Ann. Morti, ex Fantástico Hombre Bala. Cuatro hombres y un destino: encerrarse en una casa que, como la de Guadalix de la Sierra está ocupada y tiene demasiadas cámaras, han cambiado por una masía de Tarragona, más íntima y menos expuesta. Allí, durante quince días, se ha librado una lucha a medias entre la creatividad y sus egos que ha dado como resultado Bushido, un buen puñado de canciones que ha nacido porque tenía que nacer; sin obligaciones, sin promesas. Sólo una advertencia previa entre ellos: prohibido prohibir.
Gracias a esta experiencia han parido un disco y varias decisiones: separarse definitivamente, no hacer giras y seguir llevando por bandera el lema de la casa. "Fue como un monstruo de cuatro cabezas de imposible definición", dice Bunbury. "Llegamos con la derrota en la cabeza, aceptando que no podrían salir canciones grandiosas pero dejándolo todo fluir", asegura Carlos Ann, el maestro de la electrónica.
En principio, la primera noche no tenía que pasar nada. Toma de contacto. Pero una vez en sus habitaciones empezaron a salir gritando lo que ya se les había ocurrido a unos y otros y que, con el tiempo, han dado forma a quince canciones que se grabaron allí mismo. Eso sí, una y no más. "Nunca más hasta que se me haya olvidado", dice Bunbury. "Aunque eso puede pasar al final de esta entrevista". Al final, el lío de casi siempre. El primer sencillo, La felicidad, escrito por todos y cantado por algunos. Un disco coral al cien por cien. Pero su propia música tampoco es el centro del universo. Entramos en el momento filosófico de la charla: el mercado, la industria, los valores... "En el mundo que vivimos estamos coartando la libertad por cuestiones mercantiles. Tendríamos que hacer más discos al año... en el fondo no tenemos perdón. ¿Acaso ponen los albañiles un ladrillo al mes?", asegura Bunbury. Las comparaciones son odiosas, dirían unos, aunque otros podrían darle parte de razón. "Doce canciones en un año es cosa de gandules. U2 saca disco cada tres años y parece que es correcto, pero es así porque lo manda la industria. Y mi ritmo me lo pongo yo". Los cuatro han aprendido de la experiencia, aunque insisten en no repetir. "Hay que abandonarse, porque en el mundo real de la justicia poética no existe la sequía. Entrar en las leyes de los hombres es un error", dicen. Así que se han separado prácticamente antes de empezar, como un código de honor samurai (significado de Bushido).