Eternos mutantes
Al vacío, pero con paracaídas: los siempre jóvenes Fangoria renuevan parte de su sonido y a la vez conservan el de siempre
Al final, los proyectos de Nacho Canut y Alaska son comprendidos. Tanto Pegamoides como Dinarama son hoy clásicos del pop español y ?sobre todo los segundos? fueron rentables por sus ventas. A Fangoria le ha costado más de diez años, pero con Naturaleza muerta (2001), y sobre todo con No sé qué me das, lograron otra vez ser masivos. Ahora vuelven a una multinacional, a repartir pedazos de underground desde la cima.
Canut ha dicho que hay dos tipos de canciones en este disco, las de autoayuda y las de obsesiones. Pocos grupos que hagan música destinada a la pista de baile conceden tanta importancia a las letras como Fangoria: en Arquitectura efímera el dúo se corona como rey y reina del drama, tan excesivos como siempre, pero más pesimistas.
La producción musical es una vez más de Carlos Jean, y parece que ante la duda entre innovar o continuar lo anterior, Fangoria y Jean tiran por la calle de en medio. Hay mucho de los Fangoria clásicos, Retorciendo palabras o Miro la vida pasar son más que identificables. Pero tanto esa parte más bailable como la tragedia de Teatro del dolor no suponen una novedad. Más fresco suena el acento electro de La mano en el fuego, o las rockeras guitarras de Nadie mejor que tú.
LOS40
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Arquitectura efímera tiene pues mucho para ser comercial, que es lo que se pretende (claro, ¿y por qué no?). Sólo le falta el tema definitivo, algo, un no sé qué. Perdón, un No sé qué me das.












