Fito Páez protagoniza el mejor de los comienzos en La Mar de Músicas
Lleno absoluto, el mejor de los augurios para los conciertos que vienen
El concierto se anunciaba como "Fito Páez y amigos". Quizás fue precipitado asegurar la presencia de Sabina entre los amigos que le iban a acompañar. El morbo de la noticia cundió entre los seguidores de ambos artistas, cuya relación sufrió un deterioro durante la gira de Enemigos Intimos. Sabina no apareció. Algunas fuentes lo disculparon comentando que había perdido el avión. "Y no vino el cabrón", exclamó al final Fito, cuando en los bises se disponía a cantar Llueve sobre mojado, que había preparado para interpretar conjuntamente.
Quienes sí arroparon al músico de Rosario fueron el canario Pedro Guerra, que cantó Un vestido, un amor, y la argentina Liliana Herrero, la nueva voz de Argentina -como lo fue en su momento Mercedes Sosa-, con quien compartió una de sus grandes canciones: "Yo vengo a ofrecer mi corazón". En el bis volverían a salir los invitados con Páez solo al piano, para interpretar juntos Dale alegría a mi corazón.
Fito Páez, que apareció en escena rodeado de teclados en U, no defraudó. Es de los pocos que van quedando de una generación que dio gloriosos cantantes, pero que desgraciadamente se halla en vías de extinción; un músico singular, elástico y glamuroso, uno de esos artistas que están por encima del bien y del mal y tienen a su lado un público fiel, hagan lo que hagan. Pero esta vez no repitió el brillo de su anterior visita .
Ofreció un concierto en regla: emotivo, solidario y viperino, porque este pibe sabe utilizar las palabras con doble filo.
El repertorio discurrió por su copiosa discografía; no se basó exclusivamente en su más reciente producción, Naturaleza muerta, un disco vitalista que lleva el sello del despecho -la naturaleza de Fito hace que sus discos sean fiel reflejo de los momentos por los que pasa su vida, una especie de catarsis-, bien representado por Música para camaleones.
Una selección de argentinos universales - de Gardel a Piazzola - hizo de introducción. Fito empezó Yendo de la cama al living, y pronto se acercó a canciones conocidas y probadas que son la historia universal de la ternura y la infamia, como El diablo de tu corazón, con la que aludió a la actual situación en Argentina.
También desempolvó de álbumes anteriores Giros, Circo Beat, ese himno generacional que es A rodar mi vida o Mariposa en technicolor, con la que se despidió empuñando la rickembacker -, interpretadas con una voz profunda y un rictus de humor inapelable, bien arropado por una banda compacta, de la que sobresale el dinámico bajista, y una puesta en escena enérgica.
Cumplió para sus fieles y entusiastas seguidores. Prueba superada. Contribuyó decisivamente la entrega del público. Satisfacción al comprobar que el paso del tiempo y las crisis sólo han engrandecido la inteligencia musical del "flaco". Con 40 años recién cumplidos, el polémico y a veces malinterpretado cantautor parece hacerse eco de una de sus frases más emblemáticas: "¿Quién ha dicho que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón".
Al término, en el castillo árabe actuaron Daara J, un trío de raperos de Dakar, y New Bleed MC, representantes parisinos de la escena franco-magrebí que fusiona soul y jazz con hip hop.
La Mar de Músicas alcanza su décima edición, y Argentina es el país invitado, con sus músicos más señeros ?Charly García, León Gieco, Dino Saluzzi-, pero también con otros que a buen seguro serán un feliz descubrimiento.
Además hay presencias notables de otros confines, como la legendaria Maria Bethania, John MacLauglin, Cachao, la Orquesta Baobab o Carlinhos Brown, que cerrará el festival.