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Luces y alguna sombra en Vitoria
El festival se consolida en su tercera edición como el mejor evento de rock de España
El vaivén de artistas las semanas previas al festival, la tremenda decepción por segundo año consecutivo con la actitud de The Soundtrack of Our Lives, quienes un día antes cancelaron sin ningún motivo creíble su actuación, y la ausencia de un nombre de gran tirón (la histórica actuación de The Stooges del año pasado no se repitió este año) no fueron motivo suficiente para defraudar a las cerca de 10.000 personas que tanto el viernes 10 como el sábado 11 se acercaron a Vitoria desde toda España para disfrutar con el rock and roll en la tercera edición del Azkena Rock Festival. Pero tampoco sucedió nada que la memoria colectiva recuerde, salvo quizás la actuación de Matthew Sweet. El sol brilló en Vitoria de la mano de Violent Femmes, Fun Lovin' Criminals, Urge Overkill, Mark Lanegan, Josh Rouse y Turbonegro, aunque alguna que otra sombra se ciñó también en la ciudad como el show de Flamin? Groovies, que no estuvo a la altura de las canciones de la banda.
El festival comenzó y terminó con dos días extras de concierto (jueves y domingo) a los que no pudo asistir esta publicación, pero que contaron con grandes nombres como The New York Dolls (jueves) y Roger McGuinn (domingo).
El primero de los dos días centrales, el viernes, comenzó de la mejor manera posible. Josh Rouse actuaba con su banda por primera vez en España y, aunque no es una banda de festivales, ni su mejor hora, la media tarde, desgranó una a una las perlas contenidas en su 1972. Hizo un precioso collar. Tras el estadounidense y antes del esperadísimo Ryan Adams (que además ofrecía su única actuación en Europa este año) llegaron tres bandas muy diferentes entre sí, pero que dejaron un gran sabor de boca entre el público: Urge Overkill, Fun Lovin? Criminals y Mark Lanegan. Urge Overkill, quienes no levantaban cabeza desde el gran éxito de su versión de Girl, you?ll be a woman soon, canción central de Pulp Fiction, demostraron como se puede ser el tipo más cool sobre un escenario sin que la música pase a un segundo plano. Hicieron doblete, ya que el jueves realizaron un concierto de versiones previo a la actuación de The New York Dolls. La mezcla de hip hop y guitarras de Fun Lovin? Criminals siguió aumentando el nivel del festival, que no decayó con Mark Lanegan, ex cantante de Screaming Trees, sobre todo en la vertiente más rápida que recordó a la gran banda de la que formó parte. Tras él, un genial en su primeros momentos Ryan Adams se olvidó de qué hacia allí y convirtió lo que parecía el show del festival en un plomo. La recta final del viernes llegó con MC5 y Radio Birdman, que solo convencieron a los muy fans de la banda que en su día fueron unas grandísimas bandas. Sin hacer pésimos conciertos, no lograron retener al público que se fue encaminando hacia la carpa Mondosonoro, una de las novedades de este edición y un gran acierto. En la carpa, tras los conciertos, se podía estar hasta bien entrada la mañana bailando rock & roll, diversión difícil de conseguir en una ciudad.
Matthew Sweet consiguó el sábado lo que Ryan Adams no hizo el viernes. Se metió en el bolsillo a sus fans y a todo el que por allí pasó. Ayudado por dos Velvet Crush, sus melodías y su fuerza en directo cautivaron. No hicieron lo propio The Wildhearts, cuyas composiciones no merecieron la hora y el escenario en el actuaron. El rock sureño de The Screamin' Cheetah Wheelies rescató del aburrimiento durante la primera media hora, aunque la segunda mitad del concierto sonó repetitivo para los no inciados en el estilo. Los Violent Femmes lograron lo contario. Encandilaron a iniciados y a recién llegados. Su folk minimal y punk, y Victor Delorenzo con una batería mínima, de pie, en el centro del escenario, puso una sonrisa en la boca del público, demostrando que hay mucho más detrás que Blister in the sun, su tema más conocido. Lo que tiene que ser verlos en un local pequeño, ... El bluf de la noche se lo llevaron los Flamin' Groovies de Cyril Jordan. El guitarrista de la banda de San Francisco se rodeó de una banda mediocre (y eso que entre sus filas estaba el bajista Alec Palao, uno de los grandes entendidos mundiales sobre el rock de los años 60). Salvo algún momento puntual se sirvieron de versiones de los Rolling Stones e, incluso, de Los Brincos. No convencieron. Sí lo hicieron, contra pronóstico, Turbonegro. Tras alcanzar el cielo y el infierno del rock escandinavo, los llamados Village People del rock, fueron un gran colofón de la noche tanto por su actitud y puesta en escena, como por el nivel de sus canciones y ejecución.
Destacar un año más la sobresaliente organización de la que podían aprender festivales como el Primavera Sound. El año que viene más. El Azkena se confirma como el gran festival de rock de España por encima del Festimad.