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Rock guarro en envase aseadito
El garage sobrevive gracias a reducidas sectas de fanáticos de este rock sucio y con vitola de autenticidad. Ahora, cosas de las tendencias, bandas más o menos garageras copan portadas y ventas astronómicas (no en nuestro país, claro). The Hives, por ejemplo, tomaron el crudo sonido de los Sonics sesenteros, añadieron una estética cañón (esos trajes blanco/negro) y en 2000 publicaron Veni Vidi Vicious, un disco plagadito de singles. Ahora, en una multinacional, los suecos, salvo alguna incursión al punk británico del 77 o al soul, repiten fórmula: letras desafiantes, la expresiva voz de Pelle Almqvist, guitarras a tutiplén y mucha rapidez. Ni una balada, casi ni un medio tiempo, 12 canciones-12 trallazos: 29 minutos que divierten, e irritan cuerdas vocales. Nada más. Ni menos.