Una estrella cercana
El músico norteamericano cosechó un notable éxito en su concierto del pasado sábado en Madrid. La sala La Riviera se llenó de un público entusiasta al que Moby respondió con la calidez de su repertorio y de su personalidad.

Dicen que es un poco rarito pero, al menos sobre el escenario de La Riviera, Moby se comportó como un tipo muy cercano. Justito de carisma, Richard Melville Hall (su verdadero nombre) se metió al público en el bolsillo con su sencillez, sus esfuerzos por hablar en castellano y, sobre todo, por su música.
Lo que vimos fue la encarnación de al menos de tres de las facetas de este músico inquieto y voluntarioso: el autor de temas de vocación pop más o menos clásico de Hotel, su último álbum; el gurú tecno de sus primeros trabajos; y el descubridor de la fórmula de mezclar vetustos samplings de gospel en temas electrónicos. En este último apartado es de justicia destacar a la vocalista Laura Dawn, responsable de interprtar en directo esas partes vocales de otra época que tanto abundan en los cortes de Play y 18.
El concierto comenzó con el sol colándose todavía por el techo parcialmente abierto de La Riviera y con Find my baby, uno de los temas más celebrados de Moby. La apuesta era alta, pero quizá una de las principales virtudes de este concierto fue la de mantener la tensión ahí arriba en todo momento. Cuando parecía que iba quedándose corto de hits, Moby o bien se ponía a las congas, atacaba alguno de los trallazos de su pasado clubber y ponía a bailar al personal o bien se marcaba alguna que otra versión incluso más reconocible y coreable que cualquiera de sus temas. Ése fue el caso de un Creep (Radiohead) interpretado a ritmo de bossa y del Walk on the wild side (Lou Reed) que nos regaló en el primer bis.
También estuvo acertado a la hora de tornar en calidez la frialdad que a veces se detecta en sus discos de estudio. De este modo, temas como Natural blues o In this world ganaron enteros al sonar en versiones bajadas de revoluciones y mucho más austeras que las conocidas. Algo que también debe agradecerse a la antes citada Laura Dawn, portentosa cantante de blues insospechadamente de raza blanca.
En definitiva, un concierto de lo más entretenido que nos mostró a un Moby capaz de solventar con astucia la irregular inspiración de su repertorio.