Manolo y Genís 'golfean' con el rock
Se hicieron esperar. Pero el moderneo madrileño (la mitad con pase de prensa) estaba contento con la cita. Salieron y, con su actitud provocadora a veces y distante otras muchas, estimularon el bailoteo de los presentes. Genís constituye un espectáculo por sí mismo: Los ángulos de su cara pintados de rojo, el pelo lacio hasta los hombros, un mono de mujer y taconazos de charol. Era todo pase y pose. Y el público, claro, deseoso de escucharle sus escasos pero certeros comentarios de showman descarado.
Tocaron, sobre todo, temas nuevos, que fueron salpimentando con éxitos como La culpa, casi al comienzo; Mírame a los ojos, una canción "Vieja, pero que no se le nota", en palabras de Genís; y El Amor era esto, "otra canción vieja?aunque uf! a esta sí que se le nota...". La boda provocó una explosión de júbilo en la sala.
No olvidaron la trilogía de Capricho español, tres canciones compuestas para emular "por una vez" a sus padres "progres". En ellas apartan las letras absurdas, amargas e irónicas que les caracterizan para (es un decir) arrancarse con la canción protesta.
De Performance (2004) lo abordaron casi todo, excepto Soy Futbolista, y dejaron al respetable con ganas de cantar Europa, el título que no paraban de corear cada vez que empezaban los acordes de un nuevo tema.
El por qué lo explicó Genís con aire interesante: "Estaba meditando... Y me he dado cuenta de que nosotros somos como el Estado. Al comprar la entrada nos habéis convertido en vuestros gobernantes y ahora tenemos el poder: podemos hacer lo que queramos, podemos intentar complaceros o incluso hacer una mezcla de las dos cosas". Esta última fue la opción elegida: se enfangaron con dos tandas de bises de las caras B de sus discos pero del himno generacional Europa nada se supo. Y así, el referéndum acabó en 'no', pero todos salieron contentos. Ya en la puerta, encuentros y desencuentros de los modernos de Madrid.