De menos a más... y mejor
El grupo presentó en Granada los cortes de su último trabajo de estudio, <i>Pájaros en la cabeza</i>
Un concierto puede empezar de dos formas: con intensidad o con emoción. Amaral ha optado por el intimismo de Esta madrugada (en una preciosa versión acústica) para iniciar los directos de la gira Pájaros en la cabeza. Con evocadoras imágenes del espacio presidiendo el imponente escenario, Juan y Eva hicieron acto de presencia con sigilo, pero con la seguridad que dan ya tantos conciertos a sus espaldas.
Tras esta delicada apertura, la banda que les acompaña irrumpió con fuerza dando más vida aún a la brillante puesta en escena. La magnífica iluminación y el precioso juego de proyecciones, made in Jaime Cortés, crearon una atmósfera inmejorable desde el punto de vista visual. El complemento perfecto para un grupo que cuenta con el mejor ingrediente que puede tener una salsa: sabor.
El universo sobre mí y Big-bang fueron, en consecuencia, una carta de presentación más enérgica, en la línea de lo que Amaral es hoy. Porque con Pájaros en la cabeza, además de consolidar su sonido y demostrar que son capaces de hacer preciosas melodías, han abierto nuevos e interesantes registros sonoros.
Resurrección y Te necesito constituyeron el primer momento álgido. El pabellón, que extrañamente no vio completado su aforo, empezó a vibrar. Clásicos de Estrella de mar se iban intercalando con canciones de más reciente factura. Y en el ecuador del concierto, una sorpresa. José Ignacio Lapido, líder de la extinta banda granadina 091, hizo las veces de telonero por petición y deseo expreso de Amaral. La admiración mutua se tradujo en un cameo del granadino para compartir escenario a solas con Eva y rescatar del pasado el clásico La noche que la luna salió tarde. Momento de indudable belleza que el público supo agradecer con el aplauso más emotivo.
Tras este pequeño break, el show ganó en intensidad y ya no experimentó altibajos. Toda la noche en la calle y Moriría por vos desataron cierta locura, que tuvo continuidad cuando Amaral hilvanó con maestría la nueva versión, más discotequera, de Estrella de mar con uno de los temas de más bella factura de Pájaros en la cabeza: En el río.
Pero fue sin duda la interpretación de Revolución el momento más intenso de la noche. Con Eva desatada, empleándose a fondo con el megáfono y dando a su voz la distorsión que demanda la canción, y con Juan jugueteando con los trastes y su señorita rocanrol, alcanzamos las 18 canciones que conformaron la primera parte del show.
En los bises se entregaron al karaoke colectivo con el megahit Sin ti no soy nada y, sin tiempo para la recuperación, siguieron con Días de verano. Ni que decir tiene que este segundo single de Pájaros en la cabeza es un serio candidato a superar las barreras que el tiempo y el olvido imponen a esto de la música.
Para cerrar, y aunque no pudieron contar con la presencia de Enrique Morente debido a otros compromisos del cantaor, interpretaron la desarmante No soy como tú. La diversión y el desenfado de Salta pusieron el punto y final a un concierto que reunió buenos ingredientes y mejores comensales en torno a una mesa que cada vez crece con más fuerza. Está claro: Amaral están aquí para quedarse. La fugacidad queda para otros.
