Imagen y sonido
Brillante presentación en directo de la banda de dibujos animados creada por Damon Albarn. Los personajes virtuales cedieron el protagonismo a los músicos y cantantes humanos en un espectáculo en el que lo visual y lo musical se compentraron a la perfecci
La presentación de Gorillaz en el Manchester Opera House llegaba rodeada por el halo de un gran acontecimiento. En primer lugar porque un grupo de dibujos animados, hasta entonces casi virtual, ofrecía por primera vez y durante cinco noches irrepetibles su cara tangible, corpórea y, en definitiva, humana. Pero también por reunir en un mismo escenario a personajes tan dispares y atractivos como Neneh Cherry, De La Soul, Ike Turner, Roots Manuva o Shaun Ryder. Y todos ellos encabezados (o, para ser más exactos, respaldados) por Damon Albarn.
El creador y asesor musical de Gorillaz eligió esconderse en el escenario entre medias de un nutridísimo elenco de aproximadamente 80 personas (sección de cuerdas y tres coros incluidos) para dirigir en la sombra una serie de conciertos en la que, pese a todo, su presencia era la que más sobresalía.
Y encima de los músicos humanos, proyectados en una pantalla de cine, diferentes representaciones de Murdoc, 2D, Noodle y Russel, los cuatro personajes animados que se proyectaban a través de las estupendas piezas audiovisuales creadas para la ocasión por Jamie Hewlett, fotógrafo y responsable de la parcela estética de la banda.
El hilo argumental de esta especie de opereta pop que resultó ser el concierto era Demon days, segundo álbum de Gorillaz, que fue interpretado en su integridad y con los temas en el mismo orden que en el CD. Un disco que podrá gustar más o menos, pero al que no se puede negar su tino a la hora de condensar muchos de los elementos que caracterizan al pop del siglo XXI. Unas canciones que ganaron enteros en directo, en cuanto a calidez y profundidad, gracias al trabajadísimo concepto musical del concierto y, por qué negarlo, al diseño de un show espectacular, pero a la vez sobrio y elegante.
Damon Albarn, sentado al piano, casi invisible, silueteado al contraluz de unas pantallas de colores y en segundo plano tras un par de violinistas, llevaba la batuta y la voz cantante. Una voz más relajada, madura y confiada de la que nunca le hemos oído haciendo posturitas al frente de Blur pero que, aún así, no dudaba en cederle el protagonismo, llegado el momento, a los invitados especiales del concierto.
Eran ellos los que le aportaban al show el mayor componente de cercanía y contacto con el público. Por ahí pasaron la encantadora Neneh Cherry en Kids with guns, el alucinado Roots Manuva y la sensual Martina Topley-Bird en All alone y el macarra Ike Turner tocando el piano hasta con el trasero en Every planet we reach is dead. Lástima que, en la noche del miércoles, De La Soul tuviese que aparecer en versión enlatada en Feel Good Inc., al tener que atender el legendario trío de hip-hop otro compromiso. Cápitulo aparte para Shaun Ryder.
El líder de Happy Mondays se llevó las mayores ovaciones de la noche. No en vano, el concierto se celebraba en Manchester. Una ciudad que durante dos o tres años se convirtió en Madchester muy en parte por obra y gracia de un Ryder que, 15 años después de sus momentos de mayor gloria, ha quedado reducido a una deforme caricatura de si mismo.
El alcohol y las drogas le han convertido en poco más que un despojo físico, pero ahí siguen el carisma, la frescura y el descaro que le valieron en el cambio de los 80 a los 90 un par de párrafos en la historia del pop. Sólo le bastaron sus arrastrados fraseos en DARE y mover un poco el culo para poner en pie a un público que le ofreció todo su cariño al héroe local de la velada.
Terminó Demon days. El público, espoleado por unas marionetas de 2D y Murdoc que, por cierto, asistían a la actuación parapetados en un palco del teatro, pedía más. Y hubo más.
En el bis Damon Albarn dio un paso al frente y, tras darse el pertinente baño de aplausos, cantó cara a la platea el tema Hong Kong (cedido por Gorillaz para el disco benéfico Help: A day in the life). Un momento significativo por ser el único en el que Albarn se deshacía de su modesta actitud durante todo el concierto y asumía abiertamente la responsabilidad de un estupendo show en el que, como pocos, música e imagen se combinaron en un todo armónico y compacto.
Tras esta interpretación, una última muestra de humildad y un bonito detalle: El único tema rescatado del primer disco de Gorillaz llegaba en la forma de Latin Simone (Qué pasa contigo), con la voz y las imágenes del recientemente fallecido Ibrahim Ferrer. Telón.
