Un año sin Joaquín Luqui, my friend

Nos dejó el 28 de marzo de 2005. Recordamos su figura y su trayectoria

Un año sin Joaquín Luqui, my friend

Luqui se marchó demasiado pronto, a los 57 años. Sin embargo, vivió la vida de forma muy intensa. Su predisposición para la música y la radio le hicieron destacar desde sus comienzos allá por los años 60. Era un personaje peculiar. Realizó cientos de entrevistas aquí y allá y conocía bien los entresijos del enmarañado mundo artístico y discográfico. Los músicos le veneraban, tanto aquí como allí. Sabían que su sabio consejo y sus alocuciones en la radio sentaban cátedra.

Einstein, como le conocían cariñosamente por su alocada melena algunos artistas y promotores en el extranjero, creó escuela. Fue único en su especie. Frases como "Hola, hola, hola", "Tú y yo lo sabámos", "Será 3, 2 ó 1" o "Sé feliz, happy, happy", se convirtieron en algunas de las señas de identidad de un periodista honesto, algo desordenado (eso sí), con talento y con una memoria histórica descomunal propia de un buen Piscis. Él adoraba todo lo relacionado con la astrología y el más allá. Era también profundamente religioso.

Joaquín fue un melómano, pero también destacó por su pasión por todo lo relacionado con el séptimo arte. En sus múltiples viajes por todo el mundo (no había semana en la que no cogiera un avión con rumbo a un país extranjero), aparte de aprovechar para hacer acopio de nuevos discos (se conocía de pe a pa las tiendas más importantes), si estaba en el Reino Unido en EE UU, intentaba ver los estrenos de cine que tiempo más tarde llegarían a nuestro país. Otra de sus predilecciones eran las revistas y los periódicos que, además de ojearlos, diseccionaba y guardaba sus recortes.

El Quinto Beatle, apodo que se ganó gracias a su debilidad por los cuatro de Liverpool, a quienes conoció y entrevistó, y sobre quienes escribió el libro Los Beatles que amo, supo ganarse el cariño de todo el mundo. Sus compañeros de trabajo escuchaban atentos a sus indicaciones. Y tenía otra gran virtud, sabía escuchar e intentaba atender, en la medida de lo posible, a todo el mundo. Era, queriéndolo o no, un personaje público.

Joaquín Lugui fue grande entre los grandes. El nº1 de Los 40 Principales. Sabía vender discos como nadie y sus comentarios acerca de los artistas y sus canciones forman ya parte de la memoria colectiva de varias generaciones. Poco amante de los reconocimientos (en el fondo era muy tímido), en 1998 recibió el premio Ondas como Mejor Presentador Musical. "Gracias a la radio oí música por primera vez y comprendí, absolutamente, que la música era una parte fundamental, necesaria, totalmente imprescindible en mi vida", escribió en 2000 en un texto publicado en el libro La radio musical en España. Historia y análisis, de Luis Miguel Pedrero Esteban.


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