Guggenheim Stadium

Con ardiente seguridad, si hiciéramos caso a las encuestas y al tiempo en el que se agotan los tickets para sus conciertos en los puntos de venta, podríamos asegurar que el directo de Red Hot Chili Peppers es uno de los mejores y más deseados de todo el planeta. Ahora, con la dimensión cósmica de la que han dotado a su nuevo disco, pretenden incluso girar fuera de nuestra órbita para triunfar en el mundo extraterrestre. Al menos, eso afirmó medio en broma el grupo al completo en la rueda de prensa previa a su concierto en Bilbao el martes 18 de abril.

No es de extrañar que en los últimos días todo haya sido expectación en la comarca, para recibir a esta ambiciosa y respetada banda que mama una y otra vez del rock y el funk a partes iguales.

En esta ocasión, varios condicionantes aumentaban el interés por el recital, dándole esa áurea de 'exclusivo' que hace que los medios 'no musicales' lo reflejen en su sección de espectáculos, y que los asistentes lo sientan como 'especial'. Los californianos daban el chupinazo inicial de la celebración de los 40 años de éxitos sin interrupción de Los 40 Principales y lo hacían presentado en directo su nuevo álbum Stadium Arcadium en un escenario desnudo, encarado al Nervión y a espaldas de la mole de titanio más popular de toda la península.

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El aforo era de apenas medio millar de fans (los más rápidos en acudir a la convocatoria de los 40 Principales de Bilbao), aunque tras las vallas eran muchos los curiosos y sorprendidos visitantes del museo que agitaban sus tobillos con los clásicos y alguno de los nuevos temas que se soltaron en la hora y media de concierto.

Lo cierto es que ese reducido número de asistentes facilita mucho la conexión con el respetable, aunque también haya quien eche de menos el calor de la masa para combatir la humedad reinante por la vecindad con la caudalosa ría de nuestras espaldas. No obstante, los Red Hot, ajenos a esas circunstancias aunque con algo más de ropa que en sus bolos de verano, decidieron incendiar ya desde la intro, a modo casi de jam session, con su primera pieza, la resultona megafunky Can't stop, de su aclamado y millonario By the way (2002).

Y es cuando un grupo se hace grande ante sus fans al elegir bien el repertorio de un recital en el que se pretende dejar sensación de triunfo y a la vez presentar nuevas piezas que, como es lógico, cuenta con menos coro popular. Al final, algunos echaron de menos la canción Californication, pero sería injusto exigir a un grupo clásico pero aún con cosas nuevas que aportar al mundo del rock y con una capacidad escénica brutal, que hiciera siempre de sus conciertos un repaso de Greatest Hits. Y sin embargo, no se peude negar que es muy inteligente por su parte que las dos últimas fueran dos clasicazos de la talla de Under the bridge y Give it away.

Igual que en otras bandas con formato cuarteto, hay personalidades que eclipsan al resto. En RHCP, y así lo comprobamos de nuevo en Bilbao, cada talento es único e intransferible: como tocado por una fuerza superior. John Frusciante, casi siempre en estado de gloria, consigue con sus riffs llenar perfectamente cada esquina de las piezas interpretadas. Eso, por no hablar de sus medidos pero perfectamente encajados coros, que dan contraste a la característica y en forma voz del saltimbanqui Kiedis. Por cierto, que mientras los otros tres componentes se recluían durante el día con sus proles en el hotel de enfrente del museo, muchos fans comprobaron inauditos como Frusciante paseaba con la capucha de su sudadera como único elemento disuasoria de curiosos por las calles de la zona.

No olvidemos la otra parte, otro de los pilares históricos de un grupo tan marcado por la sección rítmica como es éste, me refiero al tándem Flea/Chad Smith, un engranaje perfecto para los ritmos zigzagueantes que siempre han sido marca de la casa. El bajista y el batería son, respectivamente, el que no mide sus maneras y se deja llevar por el calor del momento, y el fortachón que marca con los palos casi sin esfuerzo y sin que su gorra se mueva ni una pizca. Son el que asume el papel de bufón deslenguado y el que se parapeta tras la batería sin aparente contacto con el público.

Y por si alguno lo dudaba, sí. Después de tantos años sus conciertos siguen siendo extremadamente ardorosos, no aptos para estómagos delicados y totalmente recomendables tanto para las nuevas generaciones de adictos a la guindilla como a los que vivieron los 90 enganchados al picante.

El que quiera más detalles, que no dude en seguir la retransmisión del evento por Los 40 Principales y 40TV, y lo siguiente serán sus próximos conciertos en Madrid y Barcelona donde el titanio será sustituido por mareas de miles de 'Danis Californias' dispuestos a encontrar su particular Stadium Arcadium.