Cantidad y calidad
Anthony Kiedis, Flea, John Frusciante y Chad Smith han querido con Stadium arcadium realizar una obra ambiciosa y definitiva. Algo que desde muchos puntos de vista ya consiguieron en trabajos como Blood sugar sex magik (1991) y Californication (1999), pero en esta ocasión han optado por asociar el adjetivo "grande" a su acecpción de "gran tamaño". ¿Eran necesarios dos CDs y 28 canciones? Seguramente no, pero lo mejor que se puede decir del nuevo álbum de Red Hot Chili Peppers es que apenas si hay temas de relleno.
A estas alturas del partido, la fórmula de la banda californiana está más que definida y es más que sabida, pero sigue sin cansar. El rock-funk trepidante (Hump de bump, Warlocks), los medios tiempos rompecorazones (Stadium arcadium, Hard to concentrate), y el pop de guitarras marca de la casa (Dani California, Turn it again) siguen siendo las líneas maestras de unos Peppers a los que después de más de dos décadas de carrera ya no les vamos a pedir que redescubran la rueda. Entre otras cosas porque a lo mejor ya la redescubrieron hace unos cuantos años.
Stadium arcadium funciona a dos niveles. Es una amplia síntesis del sonido, único e intransferible, de un grupo que se ha ganado ya unos renglones en la historia del rock y, a la vez, una disfrutable colección de canciones. Su desmesurada longitud hará además que no sea un disco rápidamente archivado en las estanterías, sino que seguirá reclamando la atención de los fans para que vayan degustándolo poco a poco. Todo un logro en estos tiempos de fast-food musical que vivimos.