Especial
Azkena y el triunfo del rock
Definitivamente, el rock está de moda. eso, o que las masas, de repente, se han dado cuenta. El festival, hasta ahora desconocido por la mitad de sus asistentes, ha tenido un éxito rotundo.
Azkena Rock Festival celebró su quinta edición superando las expectativas de asistencia: el año pasado, unas 30.000 personas acudían al recinto de Mendizabala. Esta vez, 44.000 ha sido la cifra que convierte el evento en referencia esencial para devotos (y novatos, por qué no) del rock and roll.
La fiesta de presentación de otras ediciones se convirtió, este año, en un día más de festival. Para ello, un cartel variado y apetecible con el que asegurarse el lleno casi total. Sharon Stoner (ganadores del premio Azkena Rock Festival a la mejor nueva banda de rock de Euskal Herria) abrían a media tarde, con un calor aplastante y aportando su granito de arena al escaso dessert rock que se escuchó en esta edición. Más tarde, fusión de flamenco y rocanrol desde Londres a cargo de Guarro, una propuesta ecléctica para sobrellevar el comienzo del festival. Poco después, la primera leyenda underground de la tarde se subía al escenario: Young Fresh Fellows ofrecieron un show divertido para los nostálgicos de la cara más bailable de Seattle. A continuación, Green On Red, americana en estado puro sin la que bandas como Wilco no serían lo que son. Otros míticos, The Waterboys, aburrieron a las piedras mientras el personal aprovechaba para descansar unos minutos: "La Iguana" estaba al caer y había que tener las fuerzas suficientes para recibirla. Iggy & The Stooges, a pesar de habernos visitado varias veces, fueron de lo más aclamado del festival. El sexagenario incombustible de Detroit sigue vivito y coleando, en forma y conservando las costumbres sobre el escenario (bajada de pantalones e invitación a las primeras filas para subir a vocear con él o tocarle). No faltaron los hits en su repertorio, como I wanna be your dog, Passenger, Lust for life o Raw Power. Misfits cerraban la jornada, con una actuación decadente más propia de dinosaurios de estética circense que de iconos del horror punk.
Segunda jornada, más calor, más papel vendido y más expectación: los valencianos Uzzhuaia tienen su público, se han pateado la geografía española y seguirán sembrando con ramalazo heavy para dar la bienvenida a los fabulosos y jovencísimos Marah, que pueden presumir de habernos deleitado con uno de los mejores shows del festival. A pesar de estar programada a una hora ridícula e injusta (las 17:00h), su actuación hizo vibrar y sudar al personal; porque los hermanos Bielanko son especialistas en crear melodías pegadizas, grandes textos y hacen sus guiños a los Stones o The Who mejor que nadie. Eagles Of Death Metal también triunfaron gracias a su stoner bailable, gran pose y chulería desbordada. La tarde se iba animando para recibir a los legendarios Big Star, maestros del power pop que llegaron, tocaron y triunfaron. Y por fin, Redd Kross, que abrieron con su inconfundible Jimmy's Fantasy y nos dejaron uno de los mejores recuerdos de esta edición. El rock sexual y sin florituras llegaba de la mano de Buckcherry, con un frontman que ya quisieran muchas bandas y un repertorio coreado por los amantes del hard rock con tatuajes. Lit Up, Porno Star, For The Movies, Riding o la censurada Crazy Bitch no faltaron en su set list. Para acabar la intensa jornada, un espectáculo decrépito: New York Dolls, en su día reyes del glam y padrinos del sleazy, ya no están para estos trotes. Por suerte, todavía nos quedaba la carpa, donde algunos roquearon hasta altas horas de la madrugada.
Récord de asistencia, riadas de gente para canjear dinero por azkenitos y colas imposibles a la entrada de los servicios. Kriston, de Bermeo, tuvieron la suerte de inaugurar el día grande. Kim Salmon And The Surrealists reunieron a un escaso número de personas frente al escenario; el resto de asistentes descansaba a la sombra, consciente de que la noche se adivinaba intensa. Poco después llegaban Berri Txarrak, gran promesa de la vanguardia del rock vasco que dejaba paso a los míticos The Nomads. Supagroup, donde va, triunfa. No se complican la vida, saben crear buenos temas y tienen una fuerza envidiable. Fueron, sin duda, de lo mejorcito de este año. La intensidad de su actuación fue el preámbulo de uno de los momentos más esperados: Wolfmother arrancaba con su hard rock setentero y convencía a los más escépticos; un power trío que ronda la veintena y con un vocalista capaz de emular las gargantas de Ozzy Osbourne o Robert Plant. Dieron el pistoletazo de salida con Dimension y nos eclipsaron con Woman, Joker And The Thief o Mind?s Eye, un aperitivo inmejorable para recibir a los más esperados por la mayoría: harto de grupos que se empeñan en no envejecer, en seguir sacando discos - malos - como cuando eran jóvenes, el público agradeció que ellos, Pearl Jam, sean la excepción que confirma la regla. La banda que se está ganando el título de mítica, de legendaria. Que se marcó un repertorio inolvidable, con dedicatoria incluida a Johnny Ramone (I Believe In Miracles), y cover de Rockin' In The Free World, de Neil Young, himnos como Daughter, Spin The Black Circle o Better man, y nuevos temas, entre ellos, World wide suicide o Marker in the sand. Simplemente, entrañables. Y para poner fin a uno de los mejores festivales del año,el punk rock rabioso de Nick Oliveri And The Mondo Generador. El año que viene, volvemos.