Fiesta y sonrisas en el Sónar 2007
Este año el Sónar, festival de música avanzada y arte multimedia que tiene lugar en Barcelona, celebraba a partir del 14 de junio su decimocuarta edición. Grandes grupos y talentos como Beastie Boys, Cornelius, Devo, Fangoria o Mogwai o las últimas noveda
La imagen de cada año suele ser un elemento importante a la hora de averiguar un poco por donde van los tiros. Si en el 2004 el leitmotiv fue el tuning y lo ?bakalaero?, en el 2005 la cosa iba sobre estafadores y en el 2006 todo tenía un toque más orgánico, en este 2007 la imagen propuesta lo dice todo. El omnipresente Smiley nos dio a entender antes, pero sobre todo durante y después, de que iba esta edición del multitudinario festival barcelonés.
El famoso icono, del que muchos intentan apropiarse su autoría, es uno de los símbolos más utilizados y conocidos del mundo. Su verdadero auge, y las connotaciones que lleva consigo, son las surgidas en el Reino Unido a finales de los años 80, cuando, debido al auge de las nuevas tendencias rave y acid-house, se adopta la sonriente cara como metáfora de la alegría y libertad que se respiraba en esos ambientes, y como imagen de la droga del momento, el éxtasis y quizás, también la del ácido.
Este año, y pese a las diferencias entre todo el abanico de músicas que se han podido escuchar en el Sónar, la línea conceptual del festival ha tirado por lo psicodélico, e incluso a veces, por lo psicotrópico. Artistas cuya imagen, trayectoria, música o letras están ligadas de una u otra manera a las tendencias festivas de aquella época o a lo sensorialmente distinto han brillado en todos y cada uno de los escenarios, tanto de día como de noche.
Viejas glorias como Devo, los extravagantes sesentones que un día revolucionaran la escena experimental con su electrónica primitiva, o los Beastie Boys, las estrellas mediáticas del cartel de este año que más han defraudado, son buenos ejemplos de ello. Fangoria, como representante nacional del glamour, lo kitsch y lo discotequero de los últimos 20 años y otros que volvían a la escena musical como Altern8 son uno de los bloques en los que se ha podido notar como la elección de todos ellos no ha sido casual.
Pero en donde más se ha podido sentir la psicodelia es en la elección de otros artistas y grupos con más futuro que pasado. Uno de ellos, los escoceses Mogwai, han sido de lo mejor de este año. Sus atmósferas instrumentales y su voz retocada por ordenador proporcionaban al SonarPark un aire surrealista y trascendente que en ocasiones ponía los pelos de punta. Sin duda el mejor post rock del momento.
El japonés Cornelius, aclamado por crítica y público, volvía a subirse a un escenario para presentar sus futuristas propuestas de pop electrónico después de mucho tiempo ?en silencio?. Su sutileza, y los magníficos audiovisuales, perfectamente sincronizados con la música, también subieron el nivel de empatía entre artistas y asistentes en la noche del viernes.
Pero la fiesta es también un elemento que representa como nadie el Smiley. La parte más lúdica y festiva de la música electrónica, la que recuerda tanto a los principios del entonces pequeño festival, también ha salido revitalizada de esta edición. Los ya habituales Jeff Mills, Richie Hawtin o Miss Kittin, y otros valores de futuro como Justice o Modeselektor han hecho bailar hasta bien entrada la madrugada a las más de 80.000 presentes este 2007.
El Sónar, a diferencia de la gran mayoría de festivales de todo el mundo, es como ellos mismos se denominan, un encuentro de ?músicas avanzadas?, de experimentación y cultura de vanguardia. Su meta, en la que cada año hacen más hincapié, no es tanto responder a las nuevas tendencias, sino predecirlas antes de que eclosionen e incluso promoverlas. Y en ese papel, el festival barcelonés se mueve como pez en el agua. Las nuevas modas musicales se cuecen entre las paredes de sus cuatro escenarios diurnos y los cuatro nocturnos, y de allí se lanzan al resto del mundo.
En esta caja de pruebas del Sónar 2007 han destacado muchos pequeños artistas, poco o nada conocidos por el gran público. La escena china, que se unía a la clásica presencia japonesa, ha sido una de las grandes novedades experimentales. Los orientales 718, Kazumasa Hashimoto, White o la inglesa Mira Calix han sido algunos de los más innovadores de este año.
Sin embargo, el mayor descubrimiento que se ha podido ver durante los tres días y las dos noches ha sido el de un nuevo género electrónico llegado del Reino unido, el dubstep. Algunos de sus máximos exponentes han pasado por en Sónar dejando una estela de curiosidad. Skream y Kode 9, nuevos ídolos de esa extraña mezcla de dub jamaicano y los típicos ritmos del garage y el two-step ingleses, sorprendieron a más de uno.
Reseñable también fue la presencia del rap, que, excluyendo a los ya nombrados Beastie Boys, tuvo como máximos protagonistas a dos artistas latinos, La Mala, que presentaba en Barcelona su Malamarismo de la mano de Raimundo Amador, y el impresionante show de Calle 13. Los puertorriqueños, considerados por muchos como los mejores reggaetoneros del momento, añadieron el punto picante y divertido de la velada del sábado.
En resumen, este año el festival ha sabido mantenerse e incluso superarse, pues pese a las decepciones que nunca pueden faltar, ha habido en todo momento y lugar elementos que han servido de contrapunto. Grandes descubrimientos y confirmaciones, y sobre todo un magnífico espíritu festivo despiden el Sónar, con una amplia sonrisa, hasta el año que viene.