¡Bye, bye, Benicàssim!
150.000 personas acudieron al decimotercer y más multitudinario Festival Internacional de Benicássim
Viernes tarde. Sube la temperatura y la senda hacia el recinto resulta más difícil. Nouvelle Vague, esa banda especialista en hacer versiones de los 80, sonaban de fondo, teniendo en cuenta las altas temperaturas consiguieron un nivel óptimo de frescor. A continuación Rufus Wainwright, que se presentó con un traje modelo payaso de micolor y una enorme y tímida sonrisa. Interpretó casi por completo su último trabajo, Release the star, para terminar con un Hallelujah que interpretó en albornoz, blanco, por supuesto; pero ahí no quedó la cosa, aún se despachó un último tema en plan Liza Minelli luciendo unas bonitas piernas.
Un poco de heterosexualidad con The Unfinished Simpathy y vuelta de nuevo al FIBERFIB a ver a otro de los grandes, primo hermano de Rufus, Antony and The Johnsons. El artista apareció con un atuendo informal, que contrastaba con el riguroso blanco de la banda que le acompañaba. Antes de emitir el primer gorgorito, su público, conocedor de su repertorio, estallaba en un emocionante aplauso.
Minutos más tarde llegaba uno de los momentos más importantes de la jornada, la actuación de Wilco, "¡Qué grande!", decía un fan entre las primeras filas, y así es, siempre lo son. La despedida, Spider (Kidsmoke) provocó un duelo de guitarras que demostró una vez más que Wilco es "la banda".
Tras los emocionantes directos, llega la 'cara b' de los festivales. Rozaduras, torceduras de tobillo, borracheras. Y corriendo de nuevo al Verde, que empiezan los Devo. Les vimos horas antes paseando sus macetas-sombrero por la zona de prensa. Sobre el escenario parecían niños con zapatos nuevos, show sobrio y contundente.
Alaska, que en rueda de prensa confesaba que actuar en el FIB era una excusa para ver conciertos como una fan más, demostró por qué Fangoria debía ocupar el escenario principal a una hora privilegiada. Bacalao del bueno envuelto en blanco impoluto. La tralla continuó con The Presets y Digitalism.
Si el viernes fue un día de grandes solistas, el sábado fue el turno para las bandas, algunas míticas otras noveles. Albert Hammond Jr., el de los rizos imposibles, abría el Escenario Verde. El concierto fue interrumpido por causas mayores, un apagón, un corte en el suministro eléctrico que afectó a la localidad castellonense según informó la organización. Un momento raro, imagínense, un minuto sin música en el recinto, una experiencia fantasmagórica a la par que balsámica para los oídos.
En escasos minutos se recuperó la normalidad, pero inevitablemente los horarios se vieron afectados, en algunos casos con más de media hora de retraso. Fue el caso de los !!! (pronúnciese "chek chek chek"). Su líder, Nic Offer, salió al escenario como un torbellino, sus inicios en una banda de hardcore le delatan. El rock, el funk y la electrónica elevados al cubo, de ahí su nombre, tres signos de admiración. Contrastando, a la misma hora, en otro escenario sonaban las armonías delicadas de los Camera Obscura. Tracy (vocalista) y compañía, de blanco riguroso, animaban al público a participar con palmas, una delicia en un mar de ruido.
El pasado y presente se vio aunado por las actuaciones de Los B-52's y los Human League. Los últimos empezaron demasiado lentos para lo que el público esperaba, y había caras de desilusión, lo arreglaron cerrando con Don't you want me?. Otros arriesgaron con NajwaJean. Su vocalista, Najwa, llevaba un vestido chinesco que le hacía bolsas por todos lados, pero, ¿qué importa? si ella pasa de todo eso. En caso contrario no se hubiera sentado en medio del escenario con las piernas medio abiertas y bebiendo de una lata de cerveza. Una actitud algo confusa, intentando resultar provocadora y punk, el resultado despertó alguna que otra risa entre los aficionados.
La organización consiguió traerse a los de Sheffield, pero un año después de lo que les hubiese gustado. El público inglés encantado y exaltado tiraba de todo por los aires mientras sonaban I bet you look good on the dancefloor, When the sun goes down o Dancing shoes, canciones directas, breves y con ritmos pegadizos. Warren Fischer y Casey Spooner, Fischerspooner, cerraban el Verde. A pick in the teeth o Emerge sonaban rodeados de una bizarra coreografía. Imposible no bailarlo.
Domingo y día de despedida del FIB. Según la organización, en esta edición del macrofestival de música independiente se ha batido nuevo récord de asistencia, más de 150.000 personas en los cuatro días. El alcalde de la ciudad, Francesc Colomer, felicitó en rueda de prensa a los responsables del festival por su labor de "mundialización" de Benicàssim. Casi la mitad de las entradas vendidas fueron adquiridas fuera de España, quedando patente su internacionalidad.
The Hives abrieron el escenario Verde. Tras ellos, los Clap Your Hands and Say Yeah. Su cantante, Alec Ounsworth, dotado de una excepcional voz que muchos han comparado con David Byrne, y sus compañeros de formación hicieron especial hincapié en su primer y homónimo trabajo, que es quizá más desordenado y loco que el segundo, y por tanto, el que mejor les define. Y coincidiendo en hora, Amy Winehouse; 23 años y poco más de 40 kilos, no entendemos de dónde saca ese torrente de voz. Uno de los más esperados, Patrick Wolf, no decepcionó.
Aunque se hizo esperar, casi 25 minutos de retraso, este jovencísimo londinense, sólo cuenta 23 primaveras, hizo una demostración de su virtuosismo musical. Conforme iba avanzando sus temas se iba quitando ropa, hasta quedarse en calzoncillos. El momento de éxtasis lo vivió tumbado boca arriba sobre el escenario, jadeante, sudoroso y con la mano en la entrepierna. The magic position, Accident & emergency, Secret garden y de nuevo The magic position, como cierre, hicieron las delicias de un público entregado. Si él se lo pasó la mitad de bien que el público significa que lo pasó extremadamente bien.
La sesión de los Simian Mobile Disco, conocidísimos por firmar junto con Justice el Never be alone, es nuestra siguiente parada. Ellis Ford y James Anthony Shaw se situaron en el centro del escenario alrededor de una mesa redonda donde pusieron sus cacharritos. Una sesión muy muy bailable que explosionó cuando sonaron los primeros compases de It's the beat.
The Muse, por marciano que pueda parecer, actuaba minutos después en el escenario principal, un regalo excesivo para una banda que lleva tiempo sin aportar una nota destacable. Electrónica de procedencia inglesa de la mano del dúo UNKLE fue la que despidió, hasta el año que viene, el Escenario Verde. Y nosotros también nos vamos, como dijo Iggy Pop el pasado jueves y sobre ese mismo escenario: "Bye bye, Benicàssim".