El corazón y la esperanza de Alicia Keys
Un coro gospel comienza a cantar en una misa, el Palacio de Deporte de Madrid está lleno, como reza Miguel Ríos, la gente ocupa su localidad. Un párroco negro al que nadie entiende su inglés se arranca en un sermón en pantalla Imax que presenta a Alicia K
Un coro gospel comienza a cantar en una misa, el Palacio de Deporte de Madrid está lleno, como reza Miguel Ríos, la gente ocupa su localidad. Un párroco negro al que nadie entiende su inglés se arranca en un sermón en pantalla Imax que presenta a Alicia Keys. "Hay un camino horrible hasta la cima, un camino arduo. Ve Alicia, ve y haz dinero sin que el dinero te haga a ti". Se abren las puertas y entre el humo y el piano aparece Alicia Keys. El pabellón estalla y de pronto el escenario se llena. Tres coristas, seis bailarines, otro pianista, guitarra, baterista. Así hasta más de media docena.
Comienza con Waiting for your love y You dont know my name. Alicia viste vaqueros, top con flecos dorados, tacón en plataforma plateada, el pelo suelto y rizado, y dos grandes aros de las orejas.
How come you dont call me, Superwoman, I need you, todas se van enlazando entre bailes, solos de piano y las ovaciones de una audiencia entregada. ?Un día me levanté triste y nada podía animarme, llamé a los amigos, salí a correr, de fiesta, y nada me consolaba, me preguntaba, ¿qué te pasa? Y me di cuenta de que a veces sólo te puedes ayudar tú misma, hay que ser tu propio héroe.
LOS40
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Alicia Keys se presenta con el escudo de la belleza que camufla a una persona frágil que necesita reafirmarse ayudando. Sus letras y sus intervenciones son consejos, experiencias, malos tragos. Y por encima de todo brilla su necesidad de ayudar con tintes de esperanza.
?Una vez estuve en Africa y me di cuenta de que el mundo necesita un ángel y todo el mundo puede serlo?, afirma con la pantalla recordando que doce millones de niños mueren de sida en Africa.
Y Alicia se ha quedado sola en el escenario, sola con un piano negro de cola y miles de ojos hipnotizados con su mensaje. The thing about love. Habla de amor, de cómo vivirlo y sentirlo, de cómo sufrirlo también. La siguiente va directa a la mujeres, "a veces hay que saber decir adiós a las personas que no saben valorar a una mujer", A Woman's Worth.
La banda se va y vuelve, los bailarines en unas ocasiones amenizan lo que sería un monologo de piano, y en otras fuerzan demasiado una coreografía que ensombrece a una artista que no necesita artificios.
La potencia de su voz se descarga llena de pasión en unos bises que llevan al público al éxtasis llenando la oscuridad con la luz de los móviles, los mecheros son cosa del pasado. Vuelve a salir el predicador en la pantalla mientras Alicia se cambia, ahora sonríe, "Todos somos estrellas, deja de perseguir estrellas, el poder está dentro de cada uno, da al mundo lo mejor que tengas, se estrella".
No One y Fallin cierran el espectáculo y un piano móvil se lleva a Alicia entre humo y aplausos, dos horas, dos buenas horas con una de las artistas que más discos ha vendido, y los ha vendido siendo tan ella misma como reza su último trabajo (As I am). Por algo esta neoyorquina de veintiocho años se ha ganado un hueco en el corazón de la gente, algunos tan grande como el del propio Dylan, que en Thunder on the mountain de su último disco cantaba "No podía dejar de pensar en Alicia Keys mientras lloraba, ella nació en Hells Kitchen cuando yo pasaba por ahí, me pregunto donde puede estar Alicia Keys, ya la he buscado por todo Tennessee". Ayer estaba en Madrid.
