The Pinker Tones presenta su Kamasutra electrónico en la noche del libro
The Pinker Tones conquistan Madrid con un concierto eléctrico, vibrante y moderno que no dejo a nadie indiferente.
El 23 de abril y San Jordi suele traer libros, rosas y alegría en los rostros de la gente. La noche de los libros suele ir rodeada de música. Y así la noche converge en un ir y venir de gente, novelas, canciones y estrellas.
Desde Joaquín Sabina y su amigo Luis García Montero compartiendo versos, a Patti Smith en Correos o NawjaJean al anochecer de una librería. Abrieron la tarde unos Backstreet Boys que el tiempo ha dejado en fuera de juego. Lori Meyers llenó en la Joy Eslava y los Reyes del KO traían su blues desde Alemania al Bogui.
Mientras todo esto sucedía The Pinker Tones reinventaba la idea de la fiesta en una sala Heineken que tardó en arrancar pero le costó parar.
Los catalanes prepararon una sesión in crescendo para presentar los temas de su nuevo trabajo, Wild Animal. Un disco sorprendente cargado de electricidad, energía y buen rollo. En una mesa de cuatro metros con todo tipo de artilugios electrónicos, platos, regletas, y más botones que la cabina Halcón Milenario. Los catalanes se presentaban con camisas negras, corbatas blancas, buenos flequillos y miradas escondidas tras tres enormes gafas negras. Y fue arrancar y no parar de bailar desde lo nuevo como Fugaz, S.E.X.Y.R.O.B.O.T o 24. A otros temas que ya empiezan a sonar a clásico como Duft Pink o Sonido total.
Y Mister Furia y Professor Manso no paraban de botar, bailar, agitar la guitarra imaginaria y dirigir la fiesta a un público que se le fue rindiendo, como ya han hecho en Inglaterra, Japón o Norteamérica. Porque estos chicos redefinen la fiesta y la noche como quien crea su propio Quijote o reinventa el Kamasutra. Su forma de entender la electrónica tiene puesta en escena de estrellas del rock. Lo suyo es un concierto en lugar de una sesión. Su intención es conquistar el público y se mueven bajo la máxima de ?para que la gente lo pase bien, los primeros en disfrutar somos nosotros?. Dos buenas horas de intenso espectáculo incapaz de dejar indiferente, aunque no quieras bailas, aunque no te guste, disfrutas. Y tardará en correrse la voz, no demasiado, pero como cantaba Barry Mcguire ?una vez que has apretado el botón no hay marcha atrás?.